Seguramente como a muchas personas, esta campaña electoral me ha hecho sentir asqueado. Bombardeado de mensajes con ofertas y acusaciones increíbles.
No ha pasado un solo día sin que me adviertan que me quedaré sin seguridad social, trabajo, salud, educación en caso de que gane Lasso, o viviré en la Venezuela apocalíptica de ganar Moreno. Todos los días sea hace proselitismo usando recursos públicos, sin vergüenza alguna, sin temor a ser sancionados.
Una campaña que es un recordatorio permanente de cómo hemos vivido estos diez años, justificando cualquier aberración en nombre de una supuesta disputa ideológica, de un prometido cambio social, de una inexistente revolución, con esto se sienten moralmente amparados para tomarse el Estado.
No se puede negar que han hecho “obra”, que hay cambios en áreas como la educación y salud. Negarlos es una necedad, pero, cuando llegue el momento del balance, estoy seguro que este régimen no pasará a la historia por ello sino por la intolerancia, la que nos ha llevado al autoritarismo y toma del Estado por un partido político.
Es esencial a una sociedad democrática la pluralidad, no solo las elecciones, ya que sin importar quién gane, en la sociedad seguirán presentes diversas formas de entender el mundo, distintas perspectivas morales. No se puede instalar una sola mirada, una comprensión única de la vida, de las relaciones humanas, de la política, esta es una pretensión totalitaria, la historia nos ha mostrado de forma terrorífica qué pasa cuando estas formas se instalan en una sociedad.
Bobbio expresaba esto con absoluta claridad, tantas veces hemos constatado “la grandiosidad de las promesas y la miseria de los cumplimientos”. Vean el espejo de Venezuela.
Tomarse las instituciones, eliminar en la práctica la separación de poderes al colocar en cada puesto relevante a los cercanos, a quienes están dispuestos a callar y mirar al otro lado, ha permitido que exista una institución llamada a controlar y establecer balances entre los poderes, se ponga al servicio de un proyecto concreto, para favorecer a quien está en el poder, y perseguir y silenciar a quien se le oponga.
Estos años de blanco y negro, de un supuesto enfrentamiento entre buenos y malos, todos los que no piensan igual son descalificados, negados, ofendidos. Sin argumentos, con discursos falaces donde el debate se salda con la negación del otro y no por las ideas, argumentos y razones expuestas.
No tengo dudas de que el país necesita un cambio. No niego las buenas razones de muchos de los que apoyan la continuidad, lamentablemente junto a ellos se camuflan los corruptos y abusivos.
Los resultados del día domingo son esenciales para nuestro futuro, sin importar el ganador tendremos que seguir luchando para que la democracia, el pluralismo y el respeto a los derechos sean la marca de nuestra sociedad.