Verdugo de la democracia

‘Verdugo” llamaba Juan Montalvo al déspota que condenaba sus escritos, que lo mantuvo exilado, que quemaba periódicos y perseguía periodistas, que alquilaba escritores para que lo defiendan. Montalvo no lo hacía por venganza sino por sanidad nacional. Porque los déspotas no solo hacen daño a las personas, sino a la sociedad, ya que tratan de corromper a los pueblos. Los déspotas son muy peligrosos porque sus picardías duran más que sus gobiernos.

Tradicionalmente, el verdugo es el hombre que se encarga de matar a la gente, de amenazarla, de torturarla. Casi siempre lo hace con la cara tapada con una capucha porque tiene miedo de que lo reconozcan. Por ello, con el tiempo se llamó verdugos a los malos gobernantes que agreden a su propio pueblo. El mayor periodista y filósofo del Ecuador, Juan Montalvo, llamaba verdugo a Ignacio de Veintemilla, un dictador que se mantuvo en el poder por más de ocho años, con la “dictadura del robo”.

Montalvo dejó una gran herencia de dignidad y de democracia al combatir a los gobiernos autoritarios y corruptos. Porque el despotismo es enemigo de la razón. Es adversario del pluralismo y del respeto a las ideas ajenas. Porque el despotismo no es solo cosa de hace años, sino un mal del presente. Se ha ensañado ahora con los medios de comunicación independientes que están abiertos a todas las posiciones y permiten la crítica del poder.

Hay muchos ejemplos de ello, pero en estos días se han producido dos víctimas destacadas. Con argumentos de tinterillos, manipulando ese consejo de incondicionales y la superintendencia que maneja los medios de comunicación, el correísmo se ha lanzado a cerrar una televisora lojana que se distingue por el valor de sus denuncias. Ha resuelto también cancelar la frecuencia, es decir clausurar, a Radio Democracia de Quito, un medio de comunicación que da espacio a la crítica del poder y la corrupción.

En el un caso, se argumenta que el medio de comunicación no canceló algo más de 50 dólares hace algunos años. Esta postura es francamente cínica, cuando el Régimen no se preocupa por el despilfarro de más de 1 200 millones de dólares gastados en las obras de una refinería que iba a construirse con el chavismo como socio y no se hizo nunca.

Parece que lo que más molesta al poder son los programas de opinión de Radio Democracia. Pero se debe observar que en esos espacios no solo participan personas que critican al Régimen, sino también muchos voceros del correísmo, que dicen lo que les parece sin censura alguna. Allí también opinan técnicos y analistas de reconocido prestigio.

Las cosas están claras. La libertad de palabra estorba al despotismo. No tolera el ejercicio del derecho a la opinión libre. Su respuesta es la represión, la amenaza y la violencia. Por eso, Montalvo llamaba verdugos a los déspotas.

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