El próximo 7 de octubre se decidirá el futuro de Venezuela. Cerca de 19 millones de electores irán a las urnas para elegir al nuevo Presidente. Tendrán que escoger entre dos opciones: el continuismo de Hugo Chávez y el cambio de rumbo que anuncia el candidato de la oposición Henrique Capriles.
La distancia que existía en julio de 15 puntos porcentuales entre ambos candidatos se ha acortado. Varias firmas encuestadoras confirman una diferencia de apenas 2 puntos. Chávez tendría un apoyo del 49,3% y Capriles del 47,2%.
El éxito del candidato de la oposición se debe a varios factores. Capriles se presenta como un candidato joven, exitoso, pragmático y cercano a los intereses de los electores. Tiene todos los atributos físicos de un galán. Esto fue decisivo para ganar la gobernación del estado Miranda en 2008.
Aunque no tiene el discurso, carisma y poder de seducción de Chávez, Capriles se ha dedicado a recorrer “casa por casa”. Hasta el momento le ha dado vuelta a Venezuela por tres ocasiones y ha caminado por más de 210 localidades.
En sus concentraciones, en lugar de seguir el esquema populista tradicional, Capriles saca su libreta de apuntes y pregunta generalmente a los asistentes sobre la prestación de los servicios públicos y sobre la seguridad.
Otro aspecto que le favorece a Capriles es que es la antítesis de Chávez: evita la confrontación y trata de conciliar. Incluso, el aspecto religioso ha sido un elemento central de su discurso e imagen. Al final de cada recorrido se despide con un “Que Dios le bendiga” o no se cansa de repetir que “los tiempos de Dios son perfectos”.
A esto se suman los errores y problemas no solucionados de parte del presidente Chávez. Ejemplos son el reciente incendio de la refinería de Amuay, las masacres en las cárceles, matanzas de grupos indígenas por parte de la fuerza pública, pero sobre todo el incremento de los niveles de inseguridad ciudadana y el mal manejo de la economía. En Venezuela, pese a los altos ingresos del petróleo, la situación económica y social es calamitosa.
No obstante, Hugo Chávez ha implementado una estrategia que combina el abuso de poder, sentimentalismos encontrados por su enfermedad y el chantaje electoral. Prácticamente todas las instituciones del Ejecutivo han trabajado en función de las elecciones. Se ha recurrido a una millonaria campaña de publicidad. Su enfermedad del cáncer ha causado en cierta parte del electorado compasión. Sin embargo, no ha dudado en decir que si pierde llamará a la guerra civil.
Aunque Chávez tiene amplio respaldo, todo hace ver que las cosas no están dichas. Capriles puede dar una sorpresa. Este duelo será el más duro que han tenido que afrontar ambos candidatos.