Con la única excepción del fútbol, desde hace varios años declaré una abstinencia de ver la televisión local. No aspiro a que todos tengan las mismas razones, por eso voy a narrar algunas experiencias personales.
Los programas musicales o de farándula se han convertido en un griterío repleto de vulgaridades; la causa para no ver noticiarios: No hay nada exclusivo, ni siquiera por inmediatez porque, a través de las redes sociales, nos enteramos mucho antes y, lo principal, la tediosa interrupción ideológica o de propaganda conocida como enlace.
¿Ver noticias para que te interrumpan porque un personaje quiere aparecer ahí con sus ideas al estilo Gran Hermano? No, gracias.
El domingo de elecciones volví a la televisión nacional con el único afán de estar bien informado, para ver en la pantalla a los mejores analistas políticos, imaginaba que sería una transmisión que llegue hasta el final.
Pero, inexplicablemente, en medio de la incertidumbre por conocer los resultados, algunos canales tradicionales dejaron de transmitir justo un poco antes del conteo rápido de Participación Ciudadana; prefirieron “entretenernos” con alguna película repetida.
Da la impresión de que algunos canales no sintonizan con las tendencias actuales de demanda de información.
Ahí están las redes sociales como un escape a la necesidad de las audiencias de estar bien informadas, no a la hora fija de los noticiarios, sino cuando las noticias se producen. Son audiencias que se acostumbraron a la inmediatez, subir videos, audios, conversar virtualmente.
Los medios de comunicación digitales, que tienen el respaldo de una empresa periodística sólida, también estuvieron a la altura de un proceso electoral mediante la actualización rápida de los datos y la verificación minuciosa de sus contenidos.
La información sobre la campaña, los resultados y las reacciones fueron más contundentes en las redes sociales. Ahí se evidenció la polarización del país que no mostró la TV tradicional. A través de esos modernos canales de la comunicación se denunció la escasa propuesta que tenían los ocho candidatos. Es la audiencia la que juzga si los medios presentaron contenidos serios y verificados, si lo que sucedió se basó en rumores o no; los que lo lograron ganaron credibilidad.
Los medios digitales registraron récord de audiencias porque nunca dejaron de transmitir, incluso se amanecieron allí donde estaba la noticia, afuera del Consejo Nacional Electoral.
Estos apuntes serían injustos sin la referencia a que existe una perversa ley que limita a los medios tradicionales el derecho a informar con absoluta libertad.
Hay que subrayar que esa limitación es menor en los medios electrónicos, en tanto que las redes sociales son el otro extremo, en el cual las pasiones y las agresiones fluyen también a gran velocidad.