Entró cejijunto a la reunión. Se veía la preocupación en su rostro. Los asistentes, de sociedad civil, le recibieron con una fría indiferencia. Uno tomó la palabra: vea viceministro, con todo respeto… es una locura que pretendan lanzar en septiembre la reforma del Bachillerato General Unificado (BGU). No hay un consenso mínimo entre los actores educativos; los colegios tienen poca información, los profesores no están capacitados, las mallas curriculares de varias materias están por hacerse, no hay textos ni material didáctico. Entonces, en tales condiciones no cabe enviar al sistema educativo a una aventura, que se sabe de antemano, fracasará…. Por favor no lo hagan… No solo serán afectados cientos de miles de nuevos bachilleres… sino también ustedes que serán acusados de irresponsables.
Vea amigo, respondió el viceministro, aun si usted no lo crea, comparto varios de sus criterios, pero, esta política fue un compromiso del ministerio con el presidente, que cuida su imagen de eficiencia y popularidad… El BGU “va porque va”. ¿A pesar de que el proceso no esté preparado? – contradijo- el interlocutor. Sí, así es… “va porque va”, esto es una revolución, en el camino resolveremos los problemas… Los compromisos con el presidente hay que cumplirlos, y punto. Si no, te llevas una cueriza pública que te da el presi en el gabinete… y además… te vas fuera…; entonces, por responsabilidad con la educación, renuncie viceministro, le enrostró el interlocutor. Se hizo un silencio incómodo en la sala… En septiembre, se lanzó el BGU.
De ser cierta esta anécdota, se confirmaría el decir dicharachero de una alta ex dirigente de Alianza País, que se saliera del rebaño: “En el gabinete había dos grupos de ministros… los que tenían miedo al presidente y los que le tenían terror”. En algunos casos también, miedo y terror, combinado con amor fanático, cuya expresión más patética se dio a través de un grupo de asambleístas y militantes mujeres, ex feministas, que después de sufrir maltratos y humillaciones presidenciales, cantaban a voz en cuello, su sumisión al mesías.
Entonces, el miedo no solo se cultivó, particularmente en los estudiantes y periodistas, para regarlo en todo el tejido social, sino también en los círculos cercanos al caudillo. Sin embargo, el miedo solo no explica el comportamiento de tanto “sumiso”. Algunos o muchos, sabiendo de graves errores en las políticas, callaron y no renunciaron, se aguantaron, por no tener otro empleo, por la embriaguez del poder, jugosos sueldos o contratos. La explicación también está en el oportunismo y, obviamente, en la generalizada corrupción.
“Va porque va”, al final un tema tan delicado como la educación, que involucra el destino de niñez y juventud, fue manejado como quien hace ladrillos o juegos pirotécnicos.