El valioso significado de 20 centavos

Hijos de una generación que luchó por acceder a beneficios básicos como comer, leer y no morir en un hospital, los más de 300 000 estudiantes que salieron a las calles de Brasil quieren más de un sistema democrático y económico que ya no los representa, y que comienza a mostrar sus límites.

Convocados por redes sociales como Facebook, los manifestantes de entre 15 y 25 años que copan el centro de las principales ciudades brasileñas no piden comida, ni escuelas ni salud. Tampoco se manifiestan solo contra el aumento de 20 centavos de reales (10 centavos de dólar) en el boleto de los autobuses urbanos de São Paulo, donde nació el movimiento.

Piden más: un transporte público que sea mejor y más barato o gratuito, educación y salud mejores, que haya menos corrupción, más esparcimiento y que no se los reprima.

Estos jóvenes no vivieron los años de dictadura (1964-1985) ni son parte de la masa de pobres que en una década de Gobierno el izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), primero encabezado por Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2011) y ahora por Dilma Rousseff, consiguió reducir en 40 millones, aliviando la deuda histórica de la desigualdad. Muchos de ellos integran hoy una nueva clase media que, como en el caso de Flavio Magalhaes, de 15 años, reclaman que lo gastado mensualmente en autobús "podría hasta invertirse en la Bolsa de Valores". Pero intuitiva o conscientemente, sufrieron la furia de los manifestantes sucursales de bancos, con los que está endeudada más de la mitad de la población y que están entre los que más se enriquecieron en la última década.

Otro blanco fue el Parlamento, en Brasilia, donde se entretejen alianzas, inconcebibles en el pasado, entre partidos que representaban el cambio, como el PT, y los de la vieja derecha o de las agrupaciones evangélicas, que rechazan leyes reivindicadas por los jóvenes.

"Repudian la corrupción y la complicidad de fuerzas que se presentan como progresistas con aquellas que son los símbolos del atraso", acota a IPS el politólogo Williams Gonçalves, de la Universidad Estadual de Río.

En la campaña electoral de hace 14 años, cuando el PT causaba pánico al mundo financiero y a las clases media y alta temerosas de perder privilegios, el obispo Mauro Morelli se sorprendía por ese temor. "No entienden que Lula no va a hacer la revolución, sino que apenas llevará a este país del feudalismo al capitalismo", precisaba entonces el prelado, uno de los creadores del programa "Hambre cero", que sacó de la indigencia a 28 de millones de brasileños.

Un feudalismo entendido por latifundios improductivos, trabajo rural esclavo, analfabetismo y emigraciones a las ciudades, luz de velas en el campo, condiciones de saneamiento medievales y represión a mano de terratenientes productores de cacao y caña de azúcar. Y lo consiguió en parte.

IPS

Suplementos digitales