Parece increíble. Pero al enfrentar el proceso electoral de 2014, la oposición al correísmo reproduce los mismos errores que cometió en el evento electoral de febrero de este año. El purismo y el sectarismo campean en el escenario preelectoral; se emula la estrategia presidencial de descalificar a todo aquel que no esté con su proyecto. Se piensa que para derrotar al oficialismo más que programa, acción política, articulación, solo se requiere de buen márquetin, de buenos efectos publicitarios; que la fortaleza electoral del correísmo es únicamente producto de una buena comunicación y que, poniendo en frente otra buena marca, será suficiente para derrotarla; se concibe a las elecciones venideras solo como una oportunidad de posicionamiento o de darse a conocer para el futuro y no se ceden posiciones. Más que en el 2014 se está pensando en el 2017. Prevalece la tesis de que corriendo por separado cada fuerza opositora sacará el mejor rédito y que, desde ángulos distintos, se minará la base electoral de AP. Así, una pésima interpretación del escenario electoral y egos descomunales conspiran, como hace un año, en contra de cualquier proceso de articulación política y programática. La oposición misma es la que prepara el camino para que AP controle totalmente el nivel subnacional de gobierno.
Y es que los errores anotados ayudaron enormemente al arrasador triunfo electoral del oficialismo en febrero pasado. Además de ganar la reelección de Correa, AP alcanzó 100 de 137 escaños legislativos, es decir, 73% de la nueva Asamblea. Creo, la m ayor fuerza de oposición, apenas eligió 11 asambleístas. La diferencia entre AP y Creo es de 10 a 1.
Todas las demás fuerzas opositoras cayeron estrepitosamente, salvo Pachakutik gracias a su votación en algunas provincias. Además, la aplicación del método D’Hont, junto a los nuevos distritos electorales, produjo una exagerada sobre representación parlamentaria del oficialismo. En promedio, AP recibió menos del 55% de los votos para la Asamblea pero alcanzó el 73% de la representación.
Se registran situaciones escandalosas de sobre representación: En el d istrito 4 de Pichincha con el 51% de votos AP se adjudicó el 100% de escaños. Igual ocurrió en Azuay (relación 56% de votación a 100% de representación); Bolívar (relación 31% a 66%); Manabí, distrito 2, (relación 55% a 100%); Pastaza (relación 19% a 50%); Tungurahua (relación de 38% a 75%). En las otras circunscripciones se da exactamente lo mismo .
En conclusión, la oposición será ampliamente derrotada si no se une e insiste en los errores de febrero. Candidatos y listas únicas es el único camino. ¿Es demasiado difícil mirar la realidad; salirse del personalismo, la miopía; entender que el proyecto oficial es el unipartidismo?