Ud. está al 1% del simio bonobo

Cuando el canadiense Deni Béchard descubrió que los simios bonobos compartían casi 99% de su código genético con los seres humanos y fundaban sus relaciones en la cooperación, supo que tenía que escribir sobre ellos.

Béchard quedó fascinado al comprobar que esta especie de grandes primates era la única en la que sus miembros no se mataban entre sí. Entonces quiso entender cómo podía aprovecharlos una organización no gubernamental innovadora como símbolo de cuestiones de conservación más amplias y descubrió que salvarlos de la extinción era de una importancia extraordinaria.

En el libro que acaba de publicar: 'Manos vacías, brazos abiertos: la carrera por salvar a los bonobos en la República Democrática del Congo y hacer que la conservación se vuelva viral', describe a un variado conjunto de conservacionistas congoleños que sobrevivieron a la guerra, pero perdieron todo lo que les importaba. A pesar de ello y con pocos recursos, continúan comprometidos con la salvación de esta especie. Béchard documenta los heroicos esfuerzos de la Iniciativa para la Conservación del Bonobo, una organización no gubernamental que trabaja con comunidades congoleñas para mitigar la pobreza y el desempleo que conducen a la caza de estos animales.

Uno de sus objetivos es mostrar en qué forma las decisiones de nuestros gobernantes y los apetitos consumistas han afectado a ese país. Lo hace y también relata historias muy humanas y vívidas sobre la cultura e historia de la RDC.

IPS dialogó con Deni Béchard antes de que iniciara la gira de presentación de su libro. Le preguntaron ¿Cómo fue que aprender sobre los bonobos cambió su visión de la humanidad? -Como seres humanos nos cuesta ver las fronteras de nuestra cultura o concebir en qué podemos cambiar radicalmente. Conocer a los bonobos, especialmente al famoso Kanzi en el Santuario para el Aprendizaje de Primates de Iowa, que pueden entender inglés y comunicarse con las personas mediante lexigramas, me hizo entender con qué dinamismo los grandes simios pueden cambiar con sus ambientes y sus culturas. Kanzi ilustra el poder de la cultura para modificar muchas características que asociamos a una especie. En un aspecto más dramático, la estructura matriarcal y no violenta de la sociedad de los bonobos y las circunstancias evolutivas que pudieron crearla me llevaron a considerar hasta qué grado los humanos somos producto de nuestro ambiente.

La abundancia de recursos y la relativa falta de competencia resultante pueden haber permitido que los bonobos desarrollaran sociedades más estables y pacíficas en las que todos los jóvenes son valorados. Las sociedades humanas tienen tal riqueza de recursos que no debería haber ningún niño con más privilegios que otro. Me he preguntado con qué velocidad cambiaría nuestra cultura si nuestra prioridad fuera usar nuestros recursos en beneficio de los jóvenes, para su educación, su salud y su bienestar ambiental.

-Después de que varias generaciones invirtieran su riqueza nacional en los jóvenes, ¿cómo nos veríamos como raza? -Pienso que luciríamos de un modo drásticamente distinto.

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