En enero del año anterior el Dictador Ben Alí que gobernó Túnez por 23 años abandonó el cargo buscando refugio en un país extranjero en medio de los mayores disturbios registrados en la historia de ese país. El ejército tomo momentáneamente el control de la situación hasta que el Primer Ministro Ganuchi asumió la presidencia interina comprometiéndose a convocar a elecciones legislativas en un plazo de seis meses. El nuevo Presidente goza de una relativa buena reputación como tecnócrata y no se ha visto involucrado en casos de corrupción, por lo cual cuenta con la fuerza moral para frenar los disturbios que empezaron el 17 de Diciembre del 2010 y concluyeron la segunda semana de Enero de 2011 y emprender en la restauración de las instituciones democráticas. En octubre del 2011 se celebraron las elecciones para elegir a los miembros de la Asamblea Constituyente que se encargará de redactar la nueva Constitución; permanecerán en sus cargos hasta marzo de 2013 cuando tengan lugar las elecciones generales. Hasta la presente fecha, desde que el nuevo gobierno tomó la conducción del país, la transición continúa adelante. Sin embargo, como era de esperarse las nuevas autoridades están enfrentando una serie de retos económicos y sociales como consecuencia del modelo implantado por el anterior régimen que gobernó para las élites económicas y políticas causando grandes disparidades y un sentimiento de oportunidades perdidas. El año anterior Túnez experimentó una severa recesión lo que causó un deterioro de sus cuentas fiscales y externas lo que llevó a la tasa de desempleo alcanzar récords históricos. Para contrarrestar la situación las autoridades se vieron en la necesidad de incrementar el gasto público lo que a su vez causó presiones inflacionarias, pérdidas de reservas internacionales y debilitamiento del sector financiero. La estabilidad ha sido afectada además por factores externos, sobre todo por la crisis de Europa, su más importante socio comercial y por la actitud asumida por los inversionistas que están a la espera de que la situación interna se estabilice. Además la situación política en Libia tuvo repercusiones en la economía del país. A finales del 2011 la deuda externa del país con relación al producto interno fue de 48%. El nuevo gobierno ha mantenido una política de endeudamiento prudente, evitando acceder a los mercados internacionales de capital, optando por obtener recursos concesionales de los bancos multilaterales y de desarrollo. A finales del 2011 había nueve tipos de bonos soberanos por pagar con vencimientos entre un año y veinte años. La deuda externa de Túnez merece ser auditada para identificar aquellas que beneficiaron al círculo íntimo del poder.