‘Twitter tiene 225 millones de usuarios que envían 150 millones de mensajes cada día, lo que quiere decir 1 736 tuits por segundo…”.
Las cifras, publicadas este martes 6 por Fernando Larenas en Diario EL COMERCIO, son tan importantes que obligan a una reflexión: al contrario de lo que algunos creen, Twitter no es un juguete, sino una herramienta de comunicación masiva.
Y, por tanto, no se puede decir o escribir cualquier cosa.
Un ejemplo: el miércoles 7, un tuitero publicó en su cuenta que había muerto Roberto Gómez Bolaños (El Chavo o Chespirito).
Era obvio que, por la popularidad del personaje, la red social se movilizara vertiginosamente.
Horas después, un hijo de Gómez Bolaños desmintió el rumor que, al parecer, salió de una serie de mensajes electrónicos que fueron parte de un virus propagado por la red.
El rumor, convertido en supuesta noticia, llegó a ser un trend topic (el tema más comentado en el momento).
Con el hashtag (cadena de etiquetas) ‘#porsiemprechespirito’, la comunidad tuitera decidió rendir su homenaje al actor y expresar su pena por la presunta partida de Chespirito.
Cuando el rumor se diluyó, el tuitero que generó la tristeza de miles de personas justificó su error con este mensaje: “¡Upss, fue sin querer queriendo!”.
Pero una justificación así no es suficiente. Por el contrario, despierta preocupación entre quienes creen que el Twitter es, en estos momentos, la más poderosa herramienta de comunicación global.
¿Existe la conciencia del peso e impacto que puede tener un tuit? Aparentemente, no: hay usuarios que lo manejan con ligereza, quizás buscando multiplicar seguidores mediante artificios amarillistas.
Otros, por falta de rigor, imaginación y creatividad al no dimensionar la potencialidad y el impacto de la herramienta, banalizan sus mensajes.
En Twitter se hace humor, crítica, noticias, comentarios, debates. ¿Es justo que se lo vuelva otro Facebook, donde un alto porcentaje de usuarios lo convirtió en un espacio farandulero y trivial?
Twitter ha mostrado su transcendencia en las rebeliones de la ‘Primavera árabe’ y es arma esencial para la libertad de expresión, sobre todo en países donde existe censura gubernamental.
A eso se debe que decenas de gobiernos amenacen con regularlo o controlarlo.
Es esencial, por eso, entender que vaciar los contenidos de Twitter podría restar la posibilidad de que la gente se exprese con entera libertad.
¿Qué tan difícil es tuitear después de reflexionar y pensar?
¿Qué tan difícil es pensar 140 caracteres con sentido común?
¿Por qué no asumir el enorme peso antiético que tiene un texto escrito con irresponsabilidad o sensacionalismo?