Finalmente, luego del apabullante resultado de la primera vuelta electoral, se confirmó el triunfo de Juan Manuel Santos, quien ocupará la Presidencia del país del norte, al menos durante los próximos cuatro años. Con esto se marca un período liderado por la figura de Álvaro Uribe que abarcará nada menos que 12 años, tiempo suficiente como para haber impulsado una transformación que, si bien no ha alcanzado a dar solución definitiva a los grandes problemas colombianos, ha trazado el rumbo por el que ese país desea transitar en su futuro inmediato. Y no deja de ser sui géneris la situación de Colombia que, azotada por un conflicto armado, cree en el esfuerzo y trabajo como herramientas idóneas para salir adelante.
Es quizás uno de los pocos países de la región que valora positivamente el funcionamiento de algunas de sus instituciones y, ¡oh sorpresa!, tiene una excelente imagen de la clase empresarial colombiana y de los medios de comunicación (alrededor del 60% de la población según los datos de una encuesta corrida el año anterior). En ese país ser emprendedor no es una mala palabra y más bien es valorado positivamente por el resto de la sociedad. El triunfo de un candidato que apuesta por continuar el camino recorrido por su antecesor ofreciendo seguridad y mayor impulso a la economía, no tiene por qué llamar la atención.
Colombia ha mejorado en su autoestima. Se sienten satisfechos con figuras conocidas a escala mundial, que se han convertido en una especie de embajadores encargados de promocionar su país. Tienen el objetivo de copar puestos en organismos internacionales, para desde allí poder influir en los asuntos de su interés. Un proyecto de país que lo van ejecutando paso a paso y que empieza a dar resultados, como se puede verificar al mirar sus indicadores socio económicos.
Con este resultado, Ecuador es el único estado del Pacífico sur que impulsa un modelo económico distinto al de los otros países que han apostado por incorporarse de lleno al mundo global. Todos ellos han suscrito tratados de libre comercio, han abierto sus fronteras y buscan atraer inversión. El caso ecuatoriano es distinto, principalmente porque gran parte de la población desconfía de la economía liberal y continúa pensando que el estatismo es el modelo que conviene implementar. Todavía no alcanzan a observar que precisamente los países que practican la libertad económica son los que progresan, mientras los que se mantienen al margen del mundo real continúan atrasados, con sus poblaciones empobrecidas, carentes de toda oportunidad de progresar.
En ese contexto, el triunfo de Santos no es ninguna sorpresa sino consecuencia de las políticas que se vienen ejecutando. Antes del advenimiento del petróleo, la diferencia con el país del norte era descomunal, situación que está cerca de repetirse si se siguen caminos tan diferentes.