Una corriente de pensamiento, en la cual me incluyo, elaboró un análisis justificando la necesidad de una segunda vuelta, pero el triunfalismo lo anuló. Además, con árbitro electoral marcado con el sello presidencial, en la Asamblea ha logrado pasar de la mayoría absoluta a los 2/3, suficientes para a rrinconar a las representaciones opositoras entre las que tendrá un número mayor las de la segunda fuerza política del partido que postuló a Guillermo Lasso. Han quedado fuera otras corrientes políticas como el PRE, MPD y Pachakutik, que fueron pilares en su primer triunfo, y junto a Ruptura apuntalaron el ascenso de Correa en los dos primeros años. Así acontece cuando toma fuerza el populismo.
Sobre la apertura a una segunda vuelta se hicieron comentarios lúcidos en los medios independientes de la prensa escrita. Pero al no ser leídos por las bases le dieron ese triunfo, porque tampoco los dirigentes de la oposición asimilaron esa necesidad frente al poder absoluto. Por eso un 12% votó en blanco o anuló y el ausentismo continúa en 20%. Ese importante 32% de votos están fuera del correísmo que sumado al 24% de Lasso y a las otras fracciones de seis candidaturas del 20% totalizan un 76% que dejan la reelección en el 24%.
Se ha confirmado, una vez más, que el pueblo ha vivido en el encuadre que genera el populismo. Desde 1932 hasta 1972 del siglo XX, dominó el escenario político la figura carismática de José María Velasco Ibarra con su rostro sin sonrisa, en un cuerpo enjuto, fluidez de lenguaje y nada democrático, a la vez que antipartidario. Si bien ejerció el poder en cinco presidencias de casi 13 años, su influencia desde el exilio en Buenos Aires cubrió 40 años sin haber formado un partido político, porque el populismo requiere solo del caudillo. En su segunda presidencia (1944-47) Carlos Guevara Moreno, su ministro de Gobierno, intuyó la necesidad de formar orgánicamente el primer populismo. Lo concretó en 1949 con Concentración de Fuerzas Populares-CFP. Llegó al poder con Jaime Roldós, y a su muerte se creó el PRE que heredó la dinastía Bucaram.
El voto,por tanto, ha transitado en 70 años por ese sendero populista con cortos espacios concedidos al pluripartidismo conservador y liberal siempre con el apoyo del socialismo. ¿Tendrá inspiración en el fascismo italiano y el nazismo alemán que instalaron la fórmula del partido único? Mejor sería afirmar que viene desde el peronismo y del chavismo venezolano cuyo centro del poder tiene el pensamiento del líder-caudillo intérprete de la voluntad popular. Al siglo XXI, al ritmo de la tecnología audiovisual y de escrutinios, se ratifica la necesidad de eliminar la independencia legislativa y judicial, a la par que tienden a suprimir la libertad de prensa, encubriéndola con nuevos medios públicos. Y, como todo populismo, se vislumbra una reelección indefinida.