Así deberíamos considerar a las que preanunció el presidente Moreno, que mientras no se traduzcan en normas legales no podremos ver si pueden modificar las expectativas pesimistas y conducir a una recuperación de la economía, toda vez que ésta solo se podrá alcanzar si se confieren certezas al sector privado para hacer empresas con mejor productividad y mayor competitividad, que contribuyan al desarrollo nacional y creen nuevos puestos de trabajo a donde puedan ir quienes saldrían del sector público cuando el gobierno disminuya la obesidad burocrática.
Esperamos que luego de la Consulta el país pueda tener un plan nacional con metas y políticas públicas claras, acertadas y creíbles, para hacer posible la corrección gradual de los desequilibrios macro económicos y reperfilar la deuda externa. Esto exige una política fiscal sostenible en el tiempo, no populista, con reglas fuertes de austeridad, para que los inversores confíen en el país.
El enfoque fiscalista y recaudatorio responde a la coyuntura de los años 2017 y 2018 para enfrentar la pesada herencia que ha recibido, aunque la meta de recaudar 1 600 millones de dólares es optimista porque se basa en controlar el contrabando mediante una medida confusa y generalizada como es una tasa aduanera de 10 centavos que puede no ser compatible con las normas de la Organización Mundial de Comercio y con los compromisos del Acuerdo con la Unión Europea.
Los preanuncios hechos con ligereza confunden e inducen a aumentar especulativamente las importaciones antes que les suban los tributos.
En las condiciones actuales del país sería preferible que se retorne al cobro del 14% del IVA que ya se aplicó durante un año sin grandes traumas, pero asegurando una mejora real de la calidad del gasto con el lema: “cero desperdicios” y poniendo un techo rígido en los presupuestos para administrar el país con criterios de escasez y eficiencia.
Se vislumbra el afán de apoyar a las pequeñas y medianas empresas para que crezcan y se internacionalicen y es correcta la prioridad hacia las exportaciones, con el compromiso de no exportar impuestos ni encarecer los insumos importados para ganar competitividad, porque solo las nuevas exportaciones pueden crear adecuados puestos de trabajo. Tenemos ya abiertos los mercados de 27 países europeos que están esperando a los productores y exportadores ecuatorianos para que aprovechen la ventaja del arancel cero.
Si bien es plausible el deseo de no poner más impuestos en estos 4 años, la realidad cambiante no admitirá esta camisa de fuerza. Nadie sabe qué pasará con el precio del petróleo, ni si se podrá hacer industria minera o crear un nuevo motor del desarrollo. Las necesidades son múltiples y crecientes como la población y no cabe aferrarse a un populismo que a la larga es contraproducente para el mismo pueblo.