Usted ha estado allí: hora pico, atrapado en un auto. En la 6, la 10 o la Maldonado. Peor si está apretujado dentro de un articulado en la Ecovía o De la Prensa, que si bien se mueven, son pocos… Los de auto, inmovilizados, mientras que 1/3 de los carriles están casi vacíos. ¡Qué absurdo!
La idea, inspirada en Curitiba, de armar arterias exclusivas para que el tráfico masivo longitudinal se mueva sin obstáculos era excelente. ¿Qué pasó? Mientras oye en la radio que el pico y placa le aliviará este suplicio cotidiano, nota que un Mercedes grandote está delante. Y un Volvo le ha cerrado el paso, mientras le escupe su humo negro. Se pregunta cómo habrá aprobado la revisión de gases. Debe ser de alguien bien conectado y con recursos. Nos dijeron que estos buses iban a disminuir y plegarse al transporte organizado por el Municipio, pero la Ecovía ha tenido muy pocos convertidos.
El modelo ha quedado a medias y hoy los carriles centrales de esas escleróticas arterias norte-sur siguen subocupados.
Ciertos intereses han prevalecido; ni el héroe de Cenepa pudo con ellos. Choferes de bus dicen que muchos dueños de unidades privadas son oficiales retirados de la Policía, directamente o con testaferros. Talvez sea una leyenda urbana. Talvez no. Ojalá algún periodista investigue el tema y revele cuánto ganan aquellos inversionistas del transporte cuyas influencias contribuyen a nuestro hacinamiento diario entre las 07:00 y las 08:00. La multiplicación de buses privados prueba que es un negociazo. Una telaraña de incentivos perversos ha permitido la consolidación de estos privilegiados: les subsidiamos el combustible, la importación de sus Mercedes, Volvos y Kias, y sus repuestos. Violan la Ley de Tránsito impunemente. Y por si fuera poco, nos tienen de rehenes de sus intereses. No sabemos si también al SRI, que nunca los menciona.
En la radio el Alcalde nos canta que “el Quito que queremos es el Quito que hacemos”. Pues parece que le toca dar el ejemplo y terminar con estos intereses creados. Señor Alcalde, no los confronte porque movilizarían a su fuerza de choque -los choferes (que de paso no creemos estén felices con sus condiciones). Conviértalos en propietarios de nuevos buses articulados que ocupen las “vías exclusivas”, como era el plan original. Sería un complemento lógico para el éxito del “pico y placa”.
Oblíguelos a que saquen de circulación ese montón de buses enormes que en las horas menos congestionadas van semivacíos, corriendo carreras por ganarse pasajeros. Sólo Dios sabe cuántos ciudadanos han sido arrollados como resultado de las prácticas cavernarias que los propietarios de buses asignan a sus choferes para maximizar sus ganancias.