La palabra pudor es, según el Diccionario de la Lengua: “Honestidad, modestia, recato”. En la actualidad, el atentado contra el pudor no está definido en el Código Penal. Hasta 2005, artículo 505, era “todo acto impúdico, sin llegar a la cópula carnal y se ejecuta en la persona de otro, sea cual fuere su sexo”, artículo derogado por este Gobierno. Como consecuencia de ello, ahora sería toda conducta que busca someter “a una persona menor de 18 años de edad o con discapacidad, para obligarla a realizar actos de naturaleza sexual”. Según la normativa vigente, solo se configura el delito de atentado contra el pudor, cuando quien lo realiza busca un resultado de naturaleza sexual, en menores o discapacitados .
Las autoridades no podrían oponerse, prohibir o clausurar organizaciones que convoquen a manifestaciones en busca de respeto a sus derechos. Así, por ejemplo, podría llevarse a efecto una Marcha de las Putas (como las realizadas en Toronto, Buenos Aires y otras ciudades), que se dieron como consecuencia de lo afirmado por un policía canadiense, quien sostuvo que “las mujeres deberían dejar de vestirse como putas para evitar violaciones”. Este tipo de reclamo debería contar con la unánime concurrencia de gente convencida de que las mujeres tienen plena libertad para vestirse como quieran. No puede ser cuestión de imposición de parte de las autoridades respecto a colores, tallas y modelos a utilizar. Si ya se prohibió consumir alcohol a ciertas horas, y venderlo en ciertos días, ¿podría un ayatolá, expedir disposiciones limitando la libertad de vestimenta? Si las mujeres, al igual que los hombres, se pueden vestir como deseen, las damas podrían liberarse de una prenda como el sostén sin que ello configure el delito contra el pudor, por cuanto no usar corpiño ni blusa, de acuerdo con la legislación ecuatoriana, no es infracción penal. Esto viene como consecuencia de la marcha a realizarse mañana en las playas de Ipanema, Río de Janeiro, Brasil. Se ha convocado a través de las redes sociales a un “topless colectivo”, es decir, mujeres sin la parte de arriba del bikini. Este “toplessaso” (¡los pechos desnudos en la famosa playa de Ipanema!), es una forma de protestar de manera distinta y atrevida, contra el machismo existente en la mayoría de países. No es obscena ni burda. Distinta. Busca que los hombres y la sociedad conciencien en el respeto hacia las damas. ¿Se permitiría en Ecuador esa forma de reclamo en Salinas, Atacames, Bahía, etc., o sería sancionado con la clausura del “top”? Ante esta novedosa forma de exigir respeto, habrá políticos que confirmen su asistencia por “solidaridad” con las topless. En este siglo de cambios, las protestas diferentes son más efectivas que lanzar piedras, gritar, insultar o las sabatinas.