En una investigación periodística reciente se reporta sobre los acuerdos del Ecuador con Irán y Rusia para desarrollar proyectos de extracción de uranio y la construcción de reactores nucleares.
Los acuerdos resultan inconvenientes por partida doble: primero, no es bueno firmar convenios sobre temas controvertidos con un país como Irán cuyo Gobierno sufre de una unánime mala imagen internacional y, segundo, no es conveniente la construcción de reactores nucleares en nuestro país.
El Ecuador está bendecido por una combinación excepcional de agua, sol y grandes declives montañosos, lo que permite el aprovechamiento del sistema eléctrico más barato y sustentable que es la hidroelectricidad. El potencial real del Ecuador supera los 22 mil megawatios. Hoy aprovechamos menos del 15%. Pero tenemos adicionalmente grandes fuentes de geotermia y energía fotovoltaica que combinadas pueden dar una estabilidad de generación eléctrica excepcional.
En cambio la energía nuclear es cada vez menos utilizada y se halla en franco retroceso a escala mundial. Las razones para ello son muchas: primero, los costos de construcción de usinas nucleares se han disparado porque no existe estandarización en los modelos de las plantas. Cada uno de los 436 reactores en funcionamiento en el mundo son de diseño exclusivo. Cada parte es construida específicamente para ese reactor y los repuestos son muy costosos. Esto hace que el kilowatio producido sea uno de los más caros de la industria. Segundo, existe una sola compañía en el mundo que puede construir el corazón de un reactor nuclear que es la vasija de contención. La empresa, que es japonesa, construye no más de una vasija anual, con lo cual los tiempos de espera se vuelven interminables. Tercero, el uso de agua para enfriamiento de las plantas nucleares es gigantesco y produce una contaminación por temperatura que impone medidas ambientales complejas y costosas. Cuarto, las seguridades que hay que tomar para el almacenamiento de los desperdicios nucleares y el peligro del uso para armas atómicas es un complejo problema aun en países con gran respeto a la ley. Desarrollar plantas nucleares en un país como el nuestro, desinstitucionalizado y poco respetuoso de la ley, resulta una amenaza pública. En resumen, la construcción de una planta de energía nuclear está al final de nuestra lista de conveniencia y prioridad energética.
¿Un pueblo como el ecuatoriano, amante de la paz y del buen vivir, bendecido por con una riqueza natural excepcional, estará de acuerdo con la construcción de plantas atómicas en su territorio y la explotación de uranio en Loja, Zamora, Azogues, Macas y Tena? ¿No será bueno hacer una consulta popular sobre este tema y no sobre las trivialidades propuestas por el Gobierno?