Los seres humanos tenemos el don de no fijarnos en lo que nos perturba; ahí donde otros animales huyen o se sienten fatalmente atraídos, nosotros simplemente podemos dejar de mirar. Voltea la vista quien no quiere enfrentarse con una mano extendida en un semáforo, o el empleado que quiere eludir la responsabilidad de atender a un cliente molesto. Una sociedad entera puede ignorar por años, por ejemplo, el autoritarismo o el crecimiento del crimen.
Hoy se cumplen 13 días del secuestro de un equipo periodístico de este Diario mientras trabajaba en la fronteriza parroquia de Mataje, en la provincia de Esmeraldas. Se adentraron en ese territorio ecuatoriano con la debida autorización, para seguir contando qué sucede en una amplia región donde hay una creciente presencia delictiva ligada sobre todo al narcotráfico y a la minería ilegal.
Durante años, en esa zona se han venido acumulando una serie de hechos frente a los cuales hemos apartado la vista como sociedad; ya nos dirá la historia si las autoridades lo hicieron de manera intencional. La crisis actual -con bombazos, muertes y secuestro- nos devuelve a una realidad de cuyas consecuencias recién empezamos a tomar conciencia.
Solo con una estrategia integral e inteligente, con un liderazgo que supere las fracturas y el debilitamiento al que fueron sometidas las fuerzas armadas por años, se podrá lograr que el Estado recupere los espacios físicos, económicos y sociales en donde las actividades ilícitas se han enseñoreado. Pero por supuesto es una tarea de mediano o largo plazo.
En este mismo momento hay tareas urgentes. Se ha decretado la movilización nacional y la fuerza pública está enfrentando, no solo en Esmeraldas, las actividades terroristas que caracterizan a estas bandas delictivas. A la vez, la prioridad es traer de vuelta a estos periodistas que nos ayudan a tomar conciencia de una realidad sobre la cual ya no nos está permitido retirar la vista.
Aun en medio de los intereses mediáticos y políticos de una Colombia enzarzada en una campaña electoral donde el proceso de paz con la guerrilla está en el centro del debate, y aun en medio de los intereses políticos y la amargura de una porción de ecuatorianos que se niega a aceptar las evidencias de años de ceguera, la mayor parte de la sociedad está empezando a dar grandes muestras de solidaridad y también de lucidez.
Como ha dicho el presidente Lenín Moreno, la liberación de nuestros colegas es una prioridad nacional. Pero no hay que olvidar que los secuestrados de hoy no son solamente los miembros de nuestro equipo periodístico. Con ellos está secuestrada la capacidad de circular libremente por nuestro territorio, la posibilidad de informar y de informarse sobre la realidad que no hemos querido ver. Está secuestrado el ejercicio de la democracia y, por lo tanto, toda la sociedad.