En pocos días más Ecuador se queda sin las preferencias arancelarias que los Estados Unidos ha venido otorgando a productos ecuatorianos que llegan a esa nación. Los precios, por tanto, con los que se venderán nuestras flores, camarones, vegetales, etc., no serán competitivos con iguales productos exportados al Imperio por otros países, como Perú, Colombia, Costa Rica, Guatemala. Menos exportación significa menos ingresos para el empresario nacional y, por ende, menos tributos para el Fisco. Menor mercado para vender, es sinónimo de reducción de la producción ecuatoriana y de puestos de trabajo, lo que da por resultado mayor desempleo, subempleo y pobreza, con el aumento de la delincuencia.
El intercambio comercial en el transcurso de 2012, en palabras del Embajador de los Estados Unidos en Ecuador, superó los diecisiete mil millones de dólares, cifra nada despreciable en tiempos de insensatez nacional. ¿Podrá Ecuador encontrar un socio comercial que iguale la cifra alcanzada con la primera potencia del mundo? Ni juntándose los Estados amigos del presidente Correa, es decir, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Argentina e Irán, se tendrá un resultado parecido.
La minería no logra asentarse en esta nación, en el que el oro, cobre y plata, por citar unos pocos, están a escasos metros de profundidad, pero a mucha distancia para explotarlos, ya que las políticas adoptadas se han encargado de ahuyentar a los grandes capitales, poseedores de tecnología de punta en esta actividad. La inversión se dirige a otros países en los que las reglas de juego son definidas y firmes.
El embajador de EE.UU. Adam Namm expresó la semana pasada, referido a su país, que sus fundadores idearon esa nación “basándose no en el gobierno de los hombres, sino de la ley”. Sostuvo que el sistema político fue construido sobre un consenso de los gobernados “y consagrado a la protección de los derechos y libertades básicas”. ¿No habrá algún descendiente de esa gente, que venga a asesorar a este Gobierno? El presupuesto general del Estado crece a grande saltos, y los ingresos no alcanzan para cubrir el desenfrenado gasto. No hay suficiente dinero para pagar a tiempo los sueldos de la burocracia que ha enquistado el partido de Gobierno. Las leyes que reglan lo referido al presupuesto general, no son observadas, menos respetadas.
Las minorías no tienen voz, ni se les reconoce derecho alguno. Al contrario, son ofendidas continuamente. Se combate a la prensa libre, y se rechazan las ideas que no sean las del gobernante y de su círculo. Se olvidan, o no les interesa, crear una sociedad civil fuerte, desarrollada y crítica. Ecuador se está convirtiendo en un rebaño de ovejas timoratas a la espera de ser trasquiladas sus ideas, opiniones y, lo más grave, su libertad.