The Clash calling
La distinción de The Clash reside en la autoridad de su inicial ira y en su buena perspectiva para pasar del punk más despiadado al rock más exquisito en el punto más alto de su carrera, es decir al terminar la década de los setentas. Si bien la banda encarnó inicialmente al punk británico por excelencia -esa música relativamente simple, con visos de amateurismo, con guitarras estruendosas, con líneas de bajo irascibles y con letras de combate a puño pelado; peinados raros, tatuajes y cuero negro de por medio- su evolución los llevó a grabar uno de los álbumes más simbólicos de todos los tiempos: 'London Calling'. En medio de los dos eventos (la rabia y este disco tan ecléctico) The Clash consolidó la tradición del punk rock de barricada y se apuntaló claramente como su buque insignia.
Así, The Clash personifica con merecimiento todo lo que es vertiginoso y furibundo, las frustraciones de la sociedad inglesa de la era pre Margaret Thatcher, los intentos (no siempre eficaces por la presión que entonces ejercían las casas disqueras) de fundar y dirigir un grupo de rock independiente y soberano, basado en los valores de la sencillez y de la sinceridad con sus fanáticos. Con la aspereza y la severidad originaria de su música The Clash terminó por incorporar mejor que nadie muchos de los valores más elementales del punk rock setentero: las tradiciones de la simplicidad, de la rebelión frente al poder y de la ilusoria propuesta por la anarquía. Estos señores fueron la voz del joven inglés desempleado, de los obreros de cuello azul, de las asociaciones sindicales. También la adrenalina en el escenario, la música de combate, las letras de política casi panfletaria.
Después de sus flirteos iniciales con la música de trinchera, luego de haber ejercido tanta influencia en la estética del punk, The Clash pudo dar un giro copernicano y grabar London Calling -inicialmente un disco doble en vinilo- que perfectamente resume todos los ingredientes de la influencia callejera del grupo: desde el músculo de la canción inicial (que le dio nombre al álbum), hasta los enamoramientos con el reggae, con el rockabilly o con el pop más contagioso. En apariencia un Arca de Noé, por su ambiciosa ensalada de estilos y géneros, London Calling se considera casi por unanimidad un ejemplo de producción y de buen gusto. Un crítico, Ignacio Juliá, glosa que "se los puede acusar de suavizar el punk rock con digresiones estilísticas y de hablar de política sin verdadero conocimiento de causa, pero un cuarto de siglo después de la grabación de London Calling, la obra maestra de los Clash, sigue siendo el disco que ofreció una salida vital al solipsismo del punk, tendiendo un puente entre los 70 y los 80". Y, pues, el puente sigue en plena vigencia, sobre todo en el ímpetu de bandas actuales como los Libertines y los Strokes y en su fiereza contemporánea.