Desde los albores de la humanidad se requirió de un jefe o líder, desde la “horda primitiva”. Al mismo tiempo, surgió la creencia religiosa como elemento cerebral explicativo de fenómenos del entorno de la naturaleza del homo sapiens.
Bajo este esquema, siempre fue necesario un pensamiento dominante en busca del sustento material y espiritual. En las sociedades modernas de los siglos XIX y XX, la evolución determinó el fin progresivo de las monarquías absolutas que ya perfilaban su decadencia 300 años atrás. Por eso, el inglés Oliver Cromwell proclamó la República o Commonwealth en 1649. Antes, en 1515-1516, Tomás Moro escribió “La utopía” como la isla ideal para vivir sin propiedad privada ni moneda. Luego, a mediados de 1850, esas ideas contrarias a la monarquía absoluta fueron recogidas por una corriente llamada del “socialismo utópico”. Es la época de inserción del nuevo camino para ejercer el poder analizado por el alemán Marx y el inglés Engels en el Manifiesto comunista de 1848. Inglaterra desde entonces sigue con un régimen de monarquía parlamentaria.
Sin que se cumpliera la condición de la toma del poder por el proletariado, en una base industrial que permitiría a la clase obrera tomar conciencia para ejercer el poder, Lenin instauró su interpretación marxista en 1917, seguido por Stalin desde 1923. En Italia, para detener esa corriente el mismo año, asumió el poder Mussolini con su visión fascista; mientras Hitler, 10 años más tarde se hacía con el poder en Alemania. Todos esos países a excepción de la URSS que abolió la propiedad privada, mantuvieron la base capitalista de producción. Fueron las visiones personales de ejercicio del poder y, por eso, requirieron de partido único, y control de la opinión pública, anulando la libertad de pensamiento, para que sea su mensaje político un dogma de fe, equivalente al credo religioso. Hoy, Rusia es capitalista.
La República Popular China desde 1948, en cambio, organizó un capitalismo estatal que se ha mantenido hasta hoy; mientras que, desde hace 40 años abrió inversiones privadas de capitales extranjeros, que se aseguraron bajo el férreo control político del partido comunista. Este es un modelo completo de visiones que anulan al pluripartidismo, no permiten las libertades de opinión, y castigan la disidencia. Los nuevos dueños de capitales privados y los más ricos del mundo son chinos, en un país donde existen los salarios más bajos.
Esas doctrinas de revolución socialista de membrete, mantienen a sus pueblos en invernaderos. Corea, cumplió 66 años desde el fundador Kim Il Sung, su hijo y ahora el nieto. Cuba, cumple 55 años de los hermanos Castro; y, Siria, convertida en escenario de guerra civil, anuncia elecciones para junio a fin de que Bashar al Asad asegure pasar 50 años en el poder. Mantienen constituciones, diputados fieles y sufragios periódicos, sin oposición; y así, han enterrado la ideología revolucionaria.