La política ha perdido la razón. El que era rojo aparece azul y el azul en rojo. Lo que debería ser, no lo es, perdió identidad. O acaso sigue siéndolo pero con ropajes ajenos.
¿Cómo definir a un socialcristiano convertido en candidato de Alianza País? De hecho, AP por muchas de sus posiciones, por el creciente tipo de sus adherentes y electos no es más un núcleo de izquierda.
AP se pinta más de derecha y populismo, es la organización “atrapa todo” para ganar, pero no gana así proyecto alguno, sino que se transforma desde adentro. Lo mismo pasa en Avanza, P. Socialista, Creo o SUMA.
Hay también la adopción de nuevas posiciones. ¿Cómo identificar a un izquierdista defendiendo que AP hace “la” revolución aunque los hechos no van en ese sentido y sabe que la modernización en curso no es lo que soñó? La explicación fácil es su interés del empleo o de “mejorar sus condiciones de vida”, digamos oportunismo y pragmatismo. Pero las personas y la realidad son más complejas. A pesar del verticalismo del sistema Correa, se realizan proyectos que se capta desde la sociedad o de cuadros políticos diversos para dar sentido a su programa que se hace y se deshace. Existen así posibilidades de realizar proyectos que uno persigue, sin que necesariamente correspondan a los sueños de uno.
También hay condiciones colectivas que condicionan las posiciones, tal el vacío político de la sociedad ecuatoriana, la destrucción de los partidos y el fenómeno caudillista. Cuando una sociedad vive un largo periodo de inestabilidad, se aferra a nuevas verdades y prefiere certezas aunque estas contradigan sus principios como puede ser con el autoritarismo. Uno modifica sus posturas, pesa más el rechazo a lo incierto recién vivido.
Los partidos que algo de definición ideológica tenían, lograban encarnar tendencias, ahora se han desecho. Como Perú vamos a una vida política sin partidos. En cambio hay la abundancia de políticos, que buscan partidos, puestos y banderas. Y hay partidos sin definiciones ni organización, que buscan militantes, ideas y cuadros conocidos para lograr algo de votos y poder ser. Reina el pragmatismo y oportunismo pues han caído los límites éticos que algo tenían los partidos y una opinión pública abierta en su crítica ante estos hechos.
Finalmente, Correa en su afán de ganar y concentrar triunfos y poder, refuerza esta descomposición de la política, bien dijo que era prioridad tener candidatos ganadores.
Se crea el caldo de cultivo para la llegada de un Gobierno fuerte como pasa cuando hay estas confusiones y ausencia de partidos con ideas y referentes de vida.
Es la izquierda la gran perdedora pues su racionalidad no calza en este contexto, en cambio la posición contrapuesta puede ser la ganadora de mañana.