El fallo judicial dictado en días pasados en contra de diario El Universo, sus directivos y el articulista de opinión Emilio Palacio -como resultado del juicio entablado por el “ciudadano-presidente” Rafael Correa-, está causando un sensible impacto dentro y fuera del Ecuador.
La insólita, acelerada y desproporcionada sentencia de 3 años de prisión y una indemnización de USD 40 millones, revela la profunda crisis que atraviesa actualmente el sistema judicial.
El cuestionado dictamen es un claro atropello al derecho de un debido proceso, vulnera el principio de proporcionalidad entre sanción y daño causado, representa una interpretación sesgada de la Ley –me refiero, por ejemplo, a los artículos 42 y 43 del Código Penal que habla de la responsabilidad de las personas en el cometimiento de un delito- y una violación de los derechos constitucionales. Como han dicho varios entendidos en la materia, sancionar a los dueños de un medio por el contenido de una columna de opinión utilizando la figura de la “autoría coadyuvante” es una leguleyada que permite justificar en última instancia lo absurdo.
Lo que ha sucedido representa además un ataque sin precedentes en contra de la libertad de expresión. Un intento desde el poder político de silenciar y amedrentar a la prensa independiente a través del aparato de justicia.
Sin embargo, pese a todo lo que acabo de mencionar, el tema de fondo no solo es ese sino el contenido mismo del artículo de Emilio Palacio.
Me preocupan las implica-ciones que tiene el artículo cuando afirma que Correa podría eventualmente ser llevado en el futuro a una corte penal “por haber ordenado fuego a discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente inocente”.
Haya habido o no intento de golpe de Estado el pasado 30 de septiembre, eso no justifica la intervención de la fuerza militar contra un hospital. En estos casos, los convenios de Ginebra son claros. El protocolo es ordenar el previo desalojo de civiles y el aviso previo a quienes ocupan o se parapetan en el entorno o dentro de un hospital.
Y pese a que Palacio ha sido juzgado por supuestas injurias calumniosas graves, junto a los directivos del diario El Universo, nada se ha dicho sobre si lo afirmado en ese artículo fue verdad. ¿Quién ordenó el ataque al hospital de la Policía?
Cuando miro en perspectiva lo que acaba de suceder, creo incluso que el gran perdedor ha sido Correa. Su honor no vale o no puede valer USD 40 millones. La honra de una persona no tiene precio. Su imagen se ha desdibujado por la codicia, el odio y el afán de venganza. Sus virtudes y nobleza, si en verdad existen en su interior, deberían prevalecer por sobre todas las cosas. Lo digo por su bien y la de todo un país.