Va funcionando, paulatinamente, la campaña, con miras al 7 de mayo, día de la Consulta. Se van preparando las dos fuerzas contendientes. El Jefe –con el “si” a flor de labios”- en pos de su séptimo triunfo. Los adversarios luchando por subir el porcentaje del “no” hasta donde sea posible y talvez un poco más. El público dedicado a su lucha diaria por la vida y mirando de reojo el nuevo episodio político. Todo como parte de un capítulo que se inició hace cuatro años y sigue avanzando con reiterados llamamientos oficiales a las urnas hasta que llegue, allá por el 2013, una nueva elección presidencial, luego de un singular período de seis años, cuatro preanunciados y dos por cortesía de la asamblea de Montecristi.
La Consulta de mayo será, pues, un ensayo electoral intermedio. ¿Cómo vivir tantos años sin estimular a los votantes y sin festejar victorias? De paso, con desafíos a una oposición desperdigada que ahora tiene una oportunidad de acudir a las urnas en grupos sueltos, buscando un total tan aceptable –y ojalá respetable- como sea factible. Un tema clave fue y es la publicidad. El siempre famoso Consejo Nacional Electoral debatió largas horas, aprobó interesantes prohibiciones dedicadas al poder estatal y anexos, llegó hasta obtener un efímero aplauso del ex presidente Hurtado. Animado por esos impulsos, terminó aprobando para el Gran Jefe la singular atribución de actuar en calidad de “sujeto político”. Un nombramiento grato, maravilloso, para un gobernante que busca su séptima victoria. Correa –como lo anuncia Manuela Gallegos, ex alianza- volvió, pues, a la tarima plena, con innegables ventajas.
Total –como se ha visto en la pre campaña- la Consulta será un enfrentamiento entre el Jefe en plenitud y un conglomerado. Correa con su fama y triunfos de campañero, con los medios oficiales, y aun con los independientes –emisoras y el resto-, con todo el peso de la acción gubernamental más lo que le conceda el título de “sujeto político”. Le enfrentan, aprovechando las oportunidades, interesantes nombres: los ex Jefes Hurtado y Gutiérrez –cada uno por su lado-, el general Paco Moncayo, el nuevo anticorreísta Betín Acosta –de puerta en puerta-, el ex aliancista Gustavo Larrea, la lengua pícara de Lourdes Tibán, por citar a los más sonados y a los que Rafael Correa descalifica con mayor frecuencia. Ya viene la campaña en serio, con el Jefe como el gran protagonista del “si” –sin nadie que le haga sombra en su reino correísta-, con sus votos seguros y su alta popularidad, pero al frente no faltan los retadores: los descontentos por casos de ideología y actitudes presidenciales, los que temen un caudillismo o una dictadura, sin olvidar a los resentidos, entre ellos los familiares de policías y, por cierto los pelucones. El Jefe ataca de frente y a veces se defiende. Por supuesto, él no falla nunca. Todo lo malo que sucede en el Ecuador es culpa de la prensa.