Sorprende que hubiera tantos interesados en captar la presidencia. El nuevo presidente la tendrá durísima. Dejemos por hoy el problema político, la división del país, y centrémonos en lo económico.
El sector público requiere crédito nuevo por USD 7.8 mil millones anuales, adicional a lo que necesita para amortizar deuda. El 8% del tamaño de la economía. Cuando las necesidades superan el 4%, comienza a inquietar. Aquí es el doble. O al menos fue el doble en los doce meses a octubre. Las autoridades han suspendido la actualización de datos. Si la situación hubiese mejorado en noviembre y diciembre, seguramente los habrían publicado. Es insostenible seguir endeudándose así por el futuro indefinido. Hasta la Mashicard tiene un tope de crédito. Tanto es así que no todo ese nuevo endeudamiento viene de fuentes tradicionales, como colocación de bonos en los mercados internacionales, préstamos de la China o de los organismos multilaterales. Parte se toma de los depósitos en el Banco Central: dinero de los gobiernos seccionales, IESS y de los depositantes en bancos privados y públicos. Lo cual es atentar contra la estabilidad del sistema financiero en el mediano plazo. En cambio, en el corto plazo el sistema goza de gran liquidez.
Si el gobierno entrante no atiende el problema del hueco fiscal, y sigue endeudándose, tarde o temprano se secará el crédito, y ahí ajustarse a las realidades será mucho más duro que hacerlo ahora. ¿Cómo hacerlo? Es una combinación de incrementar ingresos y reducir egresos, buscando de qué manera afectar lo menos posible a los sectores más vulnerables (por razones de justicia social), y a los agentes económicos (para que no se contraiga más la economía). No es fácil. No es popular. Posponer la decisión es más sencillo, pero el costo terminaría siendo mayor.
El otro problema grave es que a pesar de tener acceso a tanto crédito, la economía está en recesión. Cayó estrepitosamente hasta el tercer trimestre de 2016 y se estaría estabilizando, o sea estancamiento a un nivel inferior al de 2014. Pero no estamos seguros, porque tampoco entrega el Banco Central su estimado del comportamiento de la economía en el cuarto trimestre. Para hacer arrancar la economía nuevamente, el gobierno entrante deberá presentar un plan creíble de salida de la crisis, y que así los agentes económicos, empresas o personas privadas, recuperen confianza, inviertan y gasten. Entre los puntos de ese plan creíble es cómo recuperar competitividad, puesto que en la última década el Ecuador se encareció mucho. Salvo ciertos rubros en que el Ecuador es líder mundial, como banano y camarón, los productos ecuatorianos están en desventaja, lo cual desalienta las nuevas inversiones.
Estemos atentos a lo que nos presente el nuevo gobierno.