El sueño de la razón: monstruos

Francisco de Goya, indiscutido genio en la historia universal del arte, nos entregó en sus obras una representación sin par de los valores estéticos, así como la descripción descarnada de lacerantes realidades que denunció con coraje, como en "Los desastres de la guerra". Una de sus más conocidas aguafuertes se intitula "El sueño de la razón produce monstruos". Cuando la razón se adormece, los instintos primarios emergen, los valores que guían a la humanidad se difuminan, las divagaciones retóricas se vuelven pan de cada día, las pasiones terminan por imponerse, los monstruos afloran.

Las sociedades también pueden caer en ese letargo proclive a todos los males, de los cuales el peor es la pérdida de la costumbre de examinar las ideas con espíritu crítico. Entonces, los pueblos son manipulados por quienes ostentan el poder. El sueño de la razón de los pueblos produce los monstruos del autoritarismo, por un lado, y la sumisión, por otro. El sueño de la razón conduce a la resignación, al temor y al silencio y, en tal contexto, a la creación de los becerros de oro que exigen adhesión incondicional. Uno de sus nombres contemporáneos es "proyecto", ante cuya evocación todo está permitido para quienes lo propugnan: aprobar ayer una Constitución para que dure 300 años y modificarla hoy por coyunturales intereses; defender ayer el pronunciamiento popular que dio legalidad y legitimidad a tal norma básica y buscar ahora un nuevo pronunciamiento popular manipulado para conseguir el resultado diametralmente opuesto. Ayer no más se favorecía una sola reelección como elemento democrático del pacto social y hoy se dice que el "proyecto" obliga a cambiar tal regla por otra que permita la perpetuación en el poder de quienes ahora lo ostentan. ¡Cuántas veces hemos escuchado al presidente Correa asegurar que en su agenda política no está el deseo de una nueva reelección el año 2017! Tantas cuantas nos ha ¿amenazado u ofrecido? renunciar al ejercicio de sus funciones. Nada de eso ha sido en serio. Finalmente, se ha tratado tan solo de uno de esos monstruos generados por el "sueño de la razón", usado como instrumento de la demagogia.

Ha bastado una sola derrota electoral para que caigan las máscaras y afloren las ambiciones. Al tacho de basura se echa uno de los presupuestos básicos de la democracia que es la alternabilidad en el poder. Con hipocresía se ha argüido que aprobar la reelección no equivale a reelegir. Sí, así es, tanto como convertir al Ecuador republicano en un reino no equivaldría necesariamente a nombrar rey. A la burla contra las instituciones democráticas consagradas en múltiples instrumentos de los que el Ecuador es parte, se unen la ofensa y menosprecio del juicio sensato de los ecuatorianos a los que se nos invita a comulgar con una rueda de molino.

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