Todo poder político alcanza la cúspide de la dominación y, desde aquellas alturas, sobredimensiona su capacidad de permanencia, que llega al extremo de pasar de lo vitalicio a la sucesión familiar: Corea del Norte, Siria, en medio de una guerra civil y la cercana Cuba son la prueba.
La base humana en que se apoya, constituida por sus pueblos es el sustento, y el líder la convierte a esa base en multitud delirante. Esta realidad psicológica de la absorción de las individualidades, aclara Le Bon: “La multitud es impulsiva, versátil e irritable y se deja guiar exclusivamente por lo inconsciente”.
El 23 de febrero de 2014, ante la derrota del líder, quedará en la historia del populismo ecuatoriano como una evidencia de que nuestro pueblo utilizó su subconsciente personalizado en votos, para expresarse ante las urnas. De nada sirvió el voto electrónico, ni el tradicional, manejados por jueces electorales dependientes del poder absoluto para ocultar la derrota.
Mario Vargas Llosa -Nobel de Literatura del 2010, afirmó el 26-II-2012 en el diario Hoy: “Su involución hacia el populismo demagógico y la retórica truculenta y ramplona que ahora practica, verlo perorar, mirando al cielo, con las venas hinchadas del cuello y embriagado de admiración por sí mismo, constituye un espectáculo impagable… su impopularidad ha ido creciendo de manera sistemática… Los movimientos indígenas están ahora entre los críticos más tenaces del gobierno”. Poco a poco le abandonaron los fundadores de Alianza-País: Alberto Acosta, Gustavo Larrea, Betty Amores y César Rodríguez. También lo hizo el MPD.
En esta columna, el 15-XI-2012, afirmé en el artículo Reciclaje-Premio Mayor: “El ámbito populista del que gozan los integrantes del anillo deslumbrante del Gobierno, son los eslabones fortalecidos en estos 6 años de gobierno, algunos se forjaron desde enero del 2007, recuérdese apellidos de familia; otros fueron incorporándose como matrimonios, dirigentes políticos, intelectuales, periodistas, y también los que tienen cargos diplomáticos”. Al 2014 el reciclaje tiene centenares de feligreses porque nadie intenta, firmemente, separarse del anillo deslumbrante que tiene el poder.
El 17-VIII- 2013 razoné sobre la reelección indefinida. Apoyé el análisis en el art. 144 de la Constitución de Montecristi, que dispone que el Presidente de la República permanezca cuatro años en funciones, y pueda ser reelecto por una sola vez. Advertí que no se puede reformar el principio básico de la alternancia presidencial, peor intentar someterlo a referéndum, porque coarta la posibilidad de que cualquier partido político trunque sus programas, que pueden continuar con otra persona del seno de dicha corriente ideológica. Lo contrario, conduce a formas dictatoriales del ejercicio del poder. Se ha confirmado el anhelo de reelegirse, desde la vertiente de la Asamblea y del propio Presidente, por lo cual estos tres años sin ejercicio electoral son cruciales para el futuro democrático.