Subdesarrollo y Salud Pública

Una de las claves que explican el subdesarrollo en el que va hundiéndose un país (subdesarrollo empantanado), bien puede ser la incapacidad para identificar y resolver los problemas prioritarios, inclusive cuando se cuenta con los recursos necesarios. Se les asigna toda la razón a quienes sostienen que sin desarrollo en la educación, la ciencia y la tecnología no pueden darse las transformaciones que conducen a las revoluciones soñadas. Tan solo cuando se cuenta con profesionales calificados se puede salir del pantano. Son quienes inician con solvencia las políticas de Estado a ser mantenidas en el tiempo, con modificaciones de ser el caso, sin desviarse de lo medular, las metas. Las mentes enanizadas, las de los políticos del Tercer Mundo, son incapaces de perseverar. Cuando, por esos milagros que si se dan, llega al poder un estadista, es liquidado por los feroces enanitos.

En el campo de la salud pública, en nuestro país se han dado hechos portentosos, como en Macondo. Para cuando se inició el gobierno del Gral. Rodriguez Lara y nos cayeron del cielo diluvios de petrodólares, las masas campesinas de la Costa y de la Sierra se hallaban al margen de todo sistema de salud. La mortalidad materno-infantil era abrumadora. Se imponía brindarles a esos compatriotas desventurados Atención Primaria de Salud (vacunación; saneamiento ambiental, atención de la embarazada, durante el parto y de la madre y del niño hasta los dos años de edad, etc.). Fue el médico Dr. Augusto Maldonado, coronel de la FAE, Ministro de Salud, a quien se le debe el haber iniciado el Programa Nacional de Medicatura Rural, con el apoyo protagónico de la Universidad Central del Ecuador. Se construyeron dispensarios médicos en todos los pueblos, algunos inclusive con la vivienda para el médico. Los egresados de las Escuelas de Medicina debían cumplir un año de Medicatura Rural para poder ejercer la profesión. El programa fue un éxito indiscutible, como que la mortalidad infantil cayó en picada. Luego de unos años se inició el desastre.

A alguien se le ocurrió que los médicos rurales debían hacer “medicina comunitaria”. De anejo en anejo, de caserío en caserío, distancias enormes, a pie, a caballo, o en burro, viendo y oliendo lo mismo: la antropología de la pobreza, a veces extrema, hasta que los médicos rurales se cansaron pues sus observaciones no conducían a nada, y en cuanto al trabajo en el dispensario de la parroquia unas pocas horas en días laborables. Los más de los médicos rurales ya no vivían en los pueblos. Cuando el Dr. Teófilo Lama llegó al Ministerio de Salud (2004) constató el desastre. Con admirable empeño consiguió los fondos que se requerían para salvar al agonizante Programa de Medicatura Rural. Vino su renuncia al cargo. Aquellos fondos fueron destinados a otros menesteres.

Suplementos digitales