Hace pocos días, la Folha de Sao Paulo cumplió 90 años desde que fue fundada por Octavio Frias de Oliveira. En la actualidad, con una circulación diaria de 300 000 ejemplares, que casi se triplica los fines de semana, es uno de los diarios más respetados por su firme posición en defensa de la democracia y de la libertad.
Brasil es un país que sabe de dictaduras represivas y que aprecia la libertad como un pilar donde se sustenta una sociedad. Los medios de comunicación trabajan día a día en la construcción de la historia, la Folha lideró una fuerte campaña para lograr elecciones directas tras el largo período dictatorial (1964-1985).
En una dictadura tan sangrienta como fue la brasileña, tras el derrocamiento de Joao Goulart, siempre surgen líderes que son respetados por su lucha sin miedo por las libertades. La dictadura cerró periódicos, decretó censura previa, persiguió y asesinó a periodistas, como fue el caso de Vladimir Herzog.
En esa lucha desigual se forjaron líderes como el ex presidente Lula da Silva y la actual mandataria Dilma Rousseff, auténticos militantes de izquierda, ni arrogantes ni vanidosos, maduros en sus convicciones, respetuosos de las ideas ajenas.
Rousseff fue a la celebración de los 90 años del periódico paulista para defender la libertad de expresión y la democracia. “En el Brasil de hoy, que tiene una democracia tan nueva, preferimos un millón de veces el sonido de las voces críticas al de la prensa en silencio de las dictaduras”.
Así piensa la Mandataria brasileña, así actúa la izquierda brasileña, especialmente la que ha vivido la represión. Al salir de la dictadura, que aplicó a la prensa una censura a rajatabla, Brasil se enrumbó hacia el respeto al pensamiento plural.
Una prensa libre, que investiga, es imprescindible para un país como Brasil, que congrega diferencias culturales. “Un gobierno debe saber convivir con las críticas de los diarios para tener un compromiso real con la democracia”, defendió Dilma Rousseff.
No solo la izquierda brasileña se expresa así de la prensa, la socialdemocracia, representada por el gobernador del estado de Sao Paulo, Geraldo Alckmin, destacó el carácter “fiscalizador” de la Folha. Todos erramos, periodistas y funcionarios públicos, “pero cuando erramos nosotros (los funcionarios) lo hacemos con el dinero de la sociedad, cuando lo hace un periodista el lector tiene la opción de escoger, pero el ciudadano no puede escoger entre pagar o no pagar impuestos”.
El funcionario recalcó que no siempre las relaciones entre la prensa y el poder político son armoniosas pero, pese a todas las divergencias, “la prensa tiene que ser libre”. Según sus palabras, hablar de “prensa libre” debería ser considerado un pleonasmo: la prensa es lo que es solo si es que es libre.