Es obligación de todos aquellos que tenemos la suerte de hacer opinión pública actuar responsablemente con la información que vertimos y en las opiniones que esbozamos.
La diversidad de opiniones, propia de la democracia, no significa comentar medias verdades, resultados arreglados, comentarios irreales o ficticios o no reconocer errores.
La obra pública del Gobierno debe resaltarse, pero no es atributo solo de esta administración. Todos los gobiernos han hecho obra pública pero cada uno de acuerdo con sus capacidades, pues no es lo mismo un presupuesto fiscal con un precio del petróleo de
USD 10 el barril que uno con USD 100 el barril. Obviamente, con USD 100 el barril se puede hacer 10 veces más vialidad, hospitales, escuelas y megaproyectos, los mismos que se ven y se perciben con mucha mayor claridad.
Por lo tanto, es conveniente lo que se ha hecho en esta materia, pero no es de ninguna manera la excepción frente al pasado.
Que la pobreza ha bajado durante este Gobierno es verdad. En los últimos 8 años esta se ha reducido en aproximadamente 12 puntos porcentuales; sin embargo, la caída de la pobreza es persistente desde el año 2000 a la presente fecha, lo que significa que no es atributo solo de este Gobierno sino también de los 3 anteriores, al menos desde el inicio de la dolarización, régimen que no le gusta a algunos oficialistas.
La pobreza cae más rápido antes de este Gobierno. Entre el 2000 y 2006, esta se reduce en más de 25 puntos porcentuales, a pesar de no registrar los niveles de subsidios de los últimos 8 años.
Que el gasto público es de calidad para la gran mayoría de los ecuatorianos se aleja de la realidad. La calidad del gasto público es mala, pues los egresos corrientes y los subsidios duplican el gasto de inversión. Los mayores beneficiarios de los subsidios son los ricos que tienen gasolina y gas baratos y los burócratas que ganan el doble de los empleados privados.
Que la gestión económica es apreciada en el exterior al punto que ha sido calificada como el milagro ecuatoriano es un sofisma.
Milagro podría ser haber tenido la suerte de mayores ingresos por petróleo donde la gestión del Gobierno no tiene incidencia alguna, como no tiene sentido tampoco que el país del milagro económico se endeude agresivamente en términos poco favorables, que luego de 8 años de bonanza no guarde un dólar ahorrado, tenga el segundo mayor riesgo país de la región y registre los menores montos de inversión extranjera de América Latina.
Lo que sí debe reconocerse es la excelente gestión política del Régimen, aunque buena para los “revolucionarios”, no necesariamente sana para el país. Han acumulado todos los poderes y aún tienen respaldo popular, aunque menor que antes, pero importante.
Sin embargo, todo esto es con el costo de haber deteriorado la democracia, el respeto entre compatriotas, la unión nacional y la libertad para opinar y discrepar sin represalias.