La pérdida de legitimidad del Gobierno aparece en la desconfianza que suscita para el manejo de los recursos para la reconstrucción posterremoto.
Ello no es positivo para un gobierno que debe enfrentar múltiples urgencias, varias de las cuales deben ser diseñadas para el largo plazo (sitios de vivienda, tipos de urbanización, dinámica económica, servicios públicos y cohesión de los afectados, …) y otras que deben integrar a los ecuatorianos para que sean apoyo y no lo contrario.
Ante la erosión de la legitimidad gubernamental, aunque actúe con fundamento (y lo está haciendo en varios aspectos) ya no puede pretender convencer con palabras o malabares legales y administrativos. Debería ahora aprovechar para cambiar y hacer nueva imagen. Pero parece no captar el momento.
Así, al pedido de una cuenta específica para los recursos, nacionales y extranjeros, destinados a paliar la destrucción sísmica, el Gobierno responde que habrá un informe trimestral. Eso siembra más dudas. ¿Qué quiere esconder? ¿Por qué no actuar con más transparencia, que dé confianza a propios y extraños, que sea ejemplo internacional?
Podría haber mejorado sus relaciones con la sociedad organizada poniendo en valor la extraordinaria movilización colectiva, incentivándola. Esta significa menos presión de acción y gastos del Estado, y sobre todo Ecuador necesita aún consolidarse como una comunidad política, como una sociedad que se reconoce entre sus partes y se dice pertenecer a un Estado llamado Ecuador. Y por encima de todo, porque esta gesta de solidaridad colectiva es una gesta humanitaria ejemplar para salvar vidas, pero también para crear vida juntos.
Pero un ministro devalúa esto y el Gobierno ha encontrado el modo de hacer propaganda poniendo su membrete sobre las donaciones del pueblo. ¿Por qué no indicar que es una entrega solidaria del pueblo ecuatoriano o realizar acciones a través de organizaciones que no están alineadas con el Gobierno?
Era el momento de consolidar la opción colectiva de solidaridad, de reconocerla y darle el sentido de gesta pública, no de poner por delante su promoción partidaria. El Gobierno podría ganar más políticamente si actuase con sentido de integrar y reconocer el valor del otro. Pero se aferra a su lógica de afirmarse porque manda.
Por ello, es también el momento para que la sociedad organizada recupere protagonismo en las soluciones inmediatas o de la reconstrucción y en las exigencias democráticas.
Formar Comités Ciudadanos puede ser necesario, no las veedurías aprobadas por el Cpccs, que controlan a la sociedad. Sino una acción ciudadana constituida por sí misma, como garantiza la Constitución, que vigilando los programas, concesiones y contratos para la reconstrucción y los gastos, limitaría los abusos (corrupción), aportaría con exigencias y propuestas para enmendar y mejorar.