Vivir un desastre, una vez pasada la parte crítica, es definir un renacimiento, del espacio de vida pero también de las relaciones con los demás, sino se produce un sismo social de largas y negativas consecuencias.
En las reconstrucciones exitosas al menos dos factores son decisivos. La participación masiva de la población, con un gobierno que motiva y coordina; así como la transparencia para convocar a la gente y no suscitar dudas en el uso de los recursos o sobre lo que se hace, sino crear confianza.
La reconstrucción debería ser un acto colectivo compartido por todos, para reforzarnos como sociedad y lograr éxito. Un renacimiento es volver a dar sentido a las relaciones con los demás, al tipo de sociedad que se quiere. En la reconstrucción ya debería estar presente el tipo de sociedad que se busca.
El Gobierno va en sentido contrario, siembra dudas e incertidumbre. Le gusta comandar y que los demás obedezcan; por eso, se centra en la propaganda.
Testimonios y noticias gubernamentales o no ya no pueden esconder que préstamos y nuevos impuestos solventarán la caja fiscal, empobrecida desde mucho antes del terremoto; que el Ejército, contra su tradición, cumple un triste rol, cuasi confiscatorio, de donaciones, para encaminarlas según los planes oficiales y sobre todo con los membretes de AP; que el Gobierno no cesa en su campaña electoral permanente y ya organiza su tinglado en Manabí.
Ratifica su narciso convencimiento tecnocrático que él sabe y a los otros les queda seguirle. ¡Que modo de destruir la buena voluntad y la solidaridad, de crear dudas!
El Gobierno ve una amenaza en la sociedad civil y no una aliada para contrarrestar la desgracia. Prefiere canalizar los esfuerzos propios y ajenos para capitalizarlos electoralmente. No por azar habrá más ministros manabitas. Manabí es la tercera provincia en electorado. Esmeraldas, en cambio, no logra llamar la atención a su también gran desgracia.
Así, en acciones y discursos es un no a la sociedad civil; en cambio, refuerza su paso al sector privado, lo que es otra concepción. La sociedad civil es ese conjunto activo formado por organizaciones de todo tipo, de los que tienen dinero como de los que no lo tienen. Unos buscan el bien colectivo; otros más bien los intereses de su grupo o sector.
El sector privado, el de las empresas con dueños e intereses en rentabilizar sus propiedades, es un mundo diferente. Y es a este sector que el Gobierno se acerca y no a la sociedad civil.
La sociedad requiere saber adónde se encamina y contrarrestar la falta de transparencia gubernamental para mejor definir sus acciones de reconstrucción y renacimiento y eventualmente construir alternativas. Es en las alternativas que la sociedad se forja y consolida y se vuelve portadora de innovación.