Gracias a los medios de comunicación independientes, el señor Edward Snowden pudo hacer conocer al mundo el espionaje efectuado por una agencia gubernamental de los Estados Unidos. Estimado lector, ¿acaso la noticia la dio un medio público? No, fueron diarios privados. Pero, ¿qué hubiera pasado si el señor Edward Snowden (Eduardo Guarida de Nieve en español), hubiera sido ecuatoriano y los hechos se desarrollaban en este país? Gracias a la Ley Orgánica de Comunicación, el público no los hubiera conocido.
¿Por qué? El notición habría sido descalificado por el que sabemos, puesto que la información la hubiera transmitido medios particulares, y estos (¡horror!), tienen fin de lucro (84), por tanto, son perversos. Pero no solo eso, antes de hacer pública la noticia, el medio tendría que haberla verificado, contrastado, precisado y contextualizado (22). ¿Con quién la verificaban los medios a los que el señor Guarida de Nieve habría otorgado la primicia? ¿Con qué funcionario gubernamental la hubieran contrastado para recoger la versión de la parte involucrada? ¿Quién precisaba los hechos relatados por Guarida de Nieve? ¿Cómo se habría contextualizado lo relatado por este espía, si no hay antecedentes sobre este caso? Los medios de comunicación de Ecuador no la hubieran podido transmitir al mundo, por cuanto existía la posibilidad, alta diría, de que sea catalogada por el empleado de la Presidencia, me refiero al Superintendente de la Información y Comunicación, de “linchamiento mediático” (26), ya que esta noticia habría sido publicada en forma concertada por varios medios de comunicación y, obviamente, “publicada reiterativamente” ya que este tipo de acontecimiento hay que seguirlo “hasta las últimas consecuencias”.
Si a lo dicho se agrega que de acuerdo con el artículo 30 de la Ley Orgánica de Comunicación, se restringe la difusión de aquella información que no haya sido autorizada por su titular, la ley o un juez, llegamos a la conclusión que un tema importante e ilegal como espiar a otros gobiernos, hubiera quedado en el silencio más absoluto, como el que existe en el cementerio al caer la noche. Además, este notición habría generado la llamada responsabilidad ulterior administrativa, civil y penal (20) de los medios, ya que haberla hecho pública, hubiera conllevado un compromiso para el medio y, también, una eventual sanción.
Ante este hecho que en otros países no existe problema alguno en difundirlo, concluyo que es preferible que los ciudadanos estén informados, si se quiere, sobreinformados, antes que ser presa de una ignorancia supina de sucesos que pueden afectarles. En temas como el de información y expresión, es mejor que existan y no estén coartados, antes que suponer hechos que llegan a conocimiento de la población por rumores o chismes.