‘Quito siempre ha gozado de la fama de ser una ciudad sana, de clima agradable (…) Ahora, la cosa es distinta; el estado sanitario no puede ser peor; palpando estamos siquiera en las deficientes estadísticas que tenemos, que el aumento de la población es casi nulo debido a la falta absoluta de higiene, a que la ciudad no es canalizada y a otras causas que van directamente en contra de la salud pública (…).
Concretándonos a la fiebre tifoidea debemos decir que en la actualidad es la más terrible de todas, por la facilidad del contagio y por las condiciones favorables al cultivo del germen causante de esa afección, entre las cuales la principal puede ser el descuido de las autoridades encargadas del velar por la salud del pueblo. Se ordenó que se desocupen las caballerizas de La Loma, creyendo sin duda que con solo esa medida iba a desaparecer la epidemia; pero ha resultado todo lo contrario y la prueba no puede ser más concluyente pues a todos consta que lejos de extinguirse ha recrudecido de manera alarmante.
Ya no es solo el barrio de La Loma; en el de la Basílica hay numerosos casos y en el hospital civil y militar no rebajan de cuarenta los enfermos atacados de fiebre tifoidea y cuya procedencia no es indudablemente La Loma ni la Basílica. Es que en toda la ciudad hay diseminados enfermos de esa naturaleza, casas que son verdaderos focos de infección y distribuyen el mal por todas partes, en forma de basuras, trapos viejos, aguas sucias y todo lo demás (…).
Existe un médico de higiene, liberalmente pagado por el Concejo y cuyo trabajo no sabemos en qué consista. Tiene un personal numeroso bajo su dirección y, aparte de las rutinarias e ineficaces visitas de domicilio no hace más que ganar el sueldo; hay un químico municipal que no analiza nada ni coopera de modo alguno a la obra de salubridad pública; hay también médicos ayudantes, médicos secretarios, médicos inspectores y la mar, ¿dónde está su labor? Hay además tres médicos en el Concejo Municipal, jóvenes los dos; entusiastas, inteligentes, ¿por qué no se preocupan del asunto? De propósito no hablamos del Gobierno; pues, sabido es que no hará nada.
Mientras tanto, el tifus amenaza como la fiebre amarilla en Guayaquil, diezmar la población, cosa que, lo repetimos, “nada tiene de difícil” (…).
La nota, por fortuna, no es actual sino de EL COMERCIO del 27 de diciembre de 1912. Señala el interés y el papel, hoy controvertido desde el poder, de los medios de cara a la sociedad. Muestra el trabajo a lo largo de años, por ejemplo durante la crisis bancaria de 1998, y durante muchísimos capítulos de la vida nacional, que no solo no vivieron sino que ignoran, quienes quisieran callar de un plumazo a los medios privados.
La de hoy es, como reza el título de la nota de hace un siglo, una ‘Situación alarmante’, pero no mortal, como sueña el poder.