Al parecer no habrá un plan económico propiamente dicho, sino medidas para administrar la crisis, para bajar gradualmente el tamaño del desequilibrio fiscal, lo que es grave en un país de vulnerabilidades estructurales como el Ecuador, que históricamente no han sido afrontadas por privilegiar popularidad política en forma clientelar, no solo para ganar elecciones sino durante el ejercicio del poder. Ahora, por ejemplo, a pesar del espíritu dador del presidente Moreno, no va a poder satisfacer las ofertas de campaña electoral y Toda una Vida solo persistirá como canción.
Es que dadas las circunstancias de nuestra estructura productiva, con las medidas anunciadas por Moreno solo habría recuperación económica si el precio del petróleo – que es una vulnerabilidad estructural- sube por lo menos en un 50%, pero como esto no es realista seguiremos viviendo vegetativamente.
Sin mediar diálogo alguno, las grandes empresas de nuestra pequeña economía admitirán que en materia de impuesto a la renta estaban mejor con Correa que con Moreno, aunque no aumentaron sus inversiones cuando Correa bajó el impuesto a la renta del 25% al 22% , por lo que la subida de Moreno no tendrá mayor impacto.
La actitud del gobierno denota que la oposición no logrará la implantación del casete neoliberal, pues el Presidente Moreno ha dado señales que persistirá con el casete del populismo de izquierda, confiando en lo que puedan hacer el SRI y la administración de las Aduanas. Estas dos instituciones se han auto declarado competentes para recaudar USD 1 600 millones anuales y hay que tomarles la palabra, pero dándoles el apoyo decidido para combatir la evasión y elusión tributarias, y el contrabando científico e inmoral, aunque sea con tasas churriguerescas. Aquí falta lo que el gobierno debe recuperar de los sobreprecios debidos a la corrupción.
El papel de abastecedor de dólares que desempeñó el petróleo ahora se le transfiere al endeudamiento agresivo, que es otra vulnerabilidad estructural, a falta de mayor producción y mejor productividad. Y en esto no se trata solamente de lo que piensa el equipo económico del gobierno sino de la decisión del presidente Moreno de hacer justicia social compasiva. Modificar esta posición requiere una administración con criterio de escasez económica para no seguir endeudándonos hasta la insolvencia, como Venezuela. Por esto es imperativo podar el gasto en 2018, particularmente en la compra de bienes y servicios de consumo, como publicidad innecesaria, embajadas prescindibles, viáticos exagerados, movilizaciones injustificadas, eventos inútiles, que suman USD 2 836 millones.
Ojalá las medidas anunciadas para administrar la crisis no aumenten los costos de los productos exportables y la flexibilidad laboral ayude a la competitividad internacional, que es la única vía clara para que no se acaben los dólares y haya un crecimiento con redistribución.