Hace poco, día de la desaparición de Fidel Castro, abriendo camino para que empiece una nueva era de tolerancia, paz y justicia, escuché a un candidato ecuatoriano, a quien respeto en su campo y sirvió al país en su área específica, decir: “las cosas ya están así y, en las encuestas, estamos empatados.” Sus cálculos deberían ser matemáticos porque esa es su especialidad, no supositivos, menos, confiados, en encuestas que demostraron que, en la guerra electoral actual, ya no funcionan. Los modelos para predecir el futuro de una elección, más parecen bolas de cristal y, además, por jugar con ellas, fácilmente, ponemos al país en mayor riesgo. No es cuestión de empates, ni de que las cosas ya están así. No hay tiempo para la vanidad o para desechar a unos y lanzarse con otros, unidad que se demostró disfuncional y nunca fue lo que dijo ser. Es el momento de ser. Ser sinceros con nosotros mismos, con nuestra comunidad y la responsabilidad que cargamos en nuestros hombros, hacia las generaciones futuras. La partida de Fidel, no debilita a nadie, nos deja en limbo, un vacío, en el que por miedo a perder la supuesta década ganada, el engaño crezca y el pueblo se lo crea. Momento histórico, en que por desesperación, con mayor violencia y corrupción, logren salir adelante.
Quienes propusieron una supuesta unidad en pos de la desunión del pueblo, la alcanzaron y deben felicitarse. Esto sí, ya está así. Pero, aún queda la posibilidad de, como responsables políticos, amantes de su tierra, se retiren de la carrera. Permitan así, el triunfo de Ecuador. País, que lucha por desatarse del miedo, la impunidad, la corrupción, la intolerancia, el abuso, de eso que, tan bien enseñó el cubano. Él, que pasará a la historia como un personaje y será juzgado por el tiempo, por la realidad. Quizá, en ese entonces, también, pensaron que todos eran presidenciables; algún tipo de encuesta habrá existido antes de las casi seis décadas pérdidas y, en su momento, se confiaron de los porcentajes. El resultado, lo tenemos regado por toda América Latina.
Señores y Señoras que se dedican a la política, midan con cautela sus actos y palabras, midan como quieren pasar a la historia y ser juzgados por ella. Su nombre habrá quedado en una papeleta y será parte de su currículum, pero un país entero habrá perdido.
Los porcentajes deberían tenernos sin cuidado, ¿reflejan la realidad?. El que haya tanto candidato en un momento que no tiene vuelta atrás, sí, refleja, lo que ya está así, nuestra continua y agotadora inmadurez política. La división, gracias a estos números, dan como resultado una peligrosa primera vuelta y, una segunda vuelta resbaladiza, en la que, acaso, ya no se puedan endosar preferencias. Matemática simple. No podemos confiarnos de un sistema electoral que no es del pueblo y tiene dueño. No es momento para voto escondido ni alianzas fugaces que causan desunión. Son nuestras decididas acciones, las necesarias, el compromiso con nosotros mismos, candidatos o no, y con nuestros hijos, el futuro del Ecuador.