Las FARC se acogieron a la ley. Los disidentes continúan operando, inclusive en Ecuador. Probablemente ocurra algo semejante con el ELN. Y no sería raro que surjan nuevos narcos guerrilleros si saben que pueden acogerse a la ley con notables ventajas políticas y legales. Algo similar podría suceder en Ecuador, en el futuro.
Hace veinte años, la fuerza pública colombiana carecía del número necesario para controlar el amplio territorio de su país. Tuvo que multiplicarse tres veces para lograrlo. En el Ecuador, hace treinta años el Ejército, para enfrentar la amenaza de la guerrilla y la siembra de coca en nuestro país, transformó en batallones las compañías de Selva de Santa Cecilia y El Carmen del Putumayo y asentó en la Nueva Loja (Lago Agrio) un Grupo de Fuerzas Especiales, y comenzó a patrullar la frontera norte con tropas del interior del país, poniendo especial énfasis en la inteligencia para no actuar a ciegas. Todo, sin embargo del problema que enfrentaba en la frontera sur.
Cuando en 1999 el Gobierno pidió la recomendación del Frente Militar sobre la propuesta norteamericana de monitorear el narcotráfico desde la Base Aérea de Manta, respondió favorablemente porque iban a invertir USD 70 millones en ampliar y mejorar la pista y porque sus aviones, de la máxima tecnología, volarían el año corrido sin costo alguno para el Ecuador que también se beneficiaría de ese control e información.
Al producirse el bombardeo sobre una base de las FARC, que operaba desde el Ecuador, el Gobierno reaccionó destruyendo las inteligencias militar y policial, hecho suicida del que se aprovecharon las FARC para establecerse en nuestro país y adquirir las propiedades que denuncia la justicia colombiana. Posteriormente ordenó la reducción en un 18 % de las Fuerzas Armadas hasta el 2 025, y redujo la conscripción a la mitad de sus efectivos y del tiempo de instrucción; suprimió el entrenamiento de los oficiales y la tropa en EE.UU., donde existe la mejor tecnología militar por la experiencia y los medios; descuidó el equipamiento, y atentó contra la disciplina y jerarquización, sin las cuales no existe fuerza militar. En esas circunstancias, los narcotraficantes y la narcoguerrilla transformaron al Ecuador en plataforma para la exportación de la droga (según los estándares internacionales, lo que se captura sólo es el 10 % de lo que se trafica).
Cientos de pescadores ecuatorianos están detenidos por participar en el narcotráfico; la droga está aniquilando a nuestros niños y jóvenes, y, seguramente, corrompiendo a políticos, funcionarios públicos, FF.AA. y Policía.
Se pide que Colombia ocupe su frontera sur. Si eso ocurre, mayor será el traslado de narcos y guerrilleros al Ecuador, y el peligro que se convierta en tierra “sin Dios ni ley”. Por esta razón, debe restablecerse la confianza pública en las Fuerzas Armadas y la Policía.