El (segundo) himno más lindo

Seguro que a usted alguna vez le dijeron que el Himno Nacional del Ecuador es el más lindo del mundo. Que se había hecho un concurso de himnos y que el Ecuador había quedado en el primer puesto. La otra versión de la historia era que nuestro himno era el segundo más bonito del mundo, "después de La Marsellesa".

Esta historia siempre me pareció sospechosa, incluso de pequeño, porque me sonaba complejo comparar "canciones patrias". Personalmente nuestro himno me encanta, pero siempre creí que los colombianos, los peruanos, los franceses y los gringos opinarían lo mismo de sus respectivos himnos.

Sospechoso resultaba también que hubiera una manera de comparar canciones con orígenes tan distintos y con músicas tan diferentes. El himno inglés (dicen que originado en una canción popular del año 1600) no parece comparable con la música del himno alemán que fue compuesta por Joseph Haydn en 1797. Y, evidentemente ninguna de esas músicas se puede comparar con la de nuestro himno (de 1870) o con la marcha militar que usan los franceses en su ya mencionada Marsellesa. Y ni hablar de los textos en diferentes idiomas (pero donde el himno argentino tiene un lugar especial por hacer referencia a Quito y su 10 de Agosto).

El sólo hecho de pensar que cosas tan distintas se puedan comparar y que en algún lado del planeta exista algún tipo de jurado capaz de seleccionar, con absoluta objetividad y más allá de cualquier duda cuál himno era el mejor, es el reflejo de un infinito provincialismo.

Entendiendo la palabra "provinciano" no como algo despectivo hacia quienes nacieron fuera de la capital, sino como una mente que sólo ve lo más cercano y local y es incapaz de entender que más allá de lo evidente existe un mundo enorme y lleno de las más variadas culturas y formas de ver el mundo. Incapaz de ver (y de admirar) la variedad en aquello que no es lo inmediatamente más cercano.

Insisto, el himno ecuatoriano me encanta, pero no creo que nadie pueda decir (con un mínimo de credibilidad) que es el más bonito del mundo (o que es el segundo).

Recientemente, cuando analizaba las calificaciones de las universidades, me vino a la mente esta historia del "himno más lindo", porque la sola idea de creer que se puede calificar universidades con una sola vara y que se puede poner notas con un mínimo de objetividad, es absurda, todavía más absurda que la posibilidad de comparar los himnos de la China y el Ecuador.

Simplemente no se puede. Porque cada universidad tiene su forma de ver el mundo, sus prioridades y sus fortalezas. Sin duda en todos estos temas lo que se puede hacer es poner transparencia y obligar a las universidades a que presenten información sobre sus profesores, sobre sus publicaciones, sus laboratorios y sus bibliotecas. Pero dar una calificación basada en esa información es el segundo absurdo más grande del mund o.

Suplementos digitales