¿Por qué se mantiene el régimen venezolano dirigido por un extravagante y atrabiliario mandatario? ¿Cómo es posible que el peronismo continúe siendo el principal actor político de Argentina después de la era K? ¿Por qué no se organiza la oposición en el Ecuador y logra evitar la reelección indefinida? Estas son varias inquietudes o desconciertos que encierran otras mayores, pero que indagan por los secretos de la vigencia de los regímenes populistas en América Latina, que superviven con el viento en contra.
Algunas interpretaciones son posibles. En primer lugar, el escenario histórico donde florecen estos regímenes son de un multipartidismo incapaz de concretar una estrategia unitaria para llegar al poder y consolidarse en esa instancia suprema. Las hienas pueden ser más, pero el león siempre escoge las mejores presas. Segundo, han sabido usar la democracia como un instrumento institucional relativo, como un ‘toilette papel’ indispensable en un momento –llegar al poder- y desechable después. Tercero, son antiimperialistas, soberanos y nacionalistas.
En Venezuela a los jubilados se les paga con billetes de 5 bolívares, que equivalen a USD 0,007 (mercado paralelo) y deben ser asistidos para cargar los fajos. Las altas denominaciones son escasas; no por falta de impresoras, sino de papel moneda. Los productos de primera necesidad son de lujo junto a las medicinas y el mercado negro es un instrumento válido para ‘el buen vivir’. Pero nada cambia y los resultados electorales próximos serán garantizados por Unasur y la Alba.
En Argentina no hubo sorpresas en las elecciones primarias. El fenómeno peronista está enraizado en el alma porteña y en otras latitudes. Escándalos como la muerte del Fiscal General que iba presentar una denuncia muy grave; la economía pulverizada por la deuda externa; una inflación que no resiste el maquillaje; la caída de las exportaciones, y el extraño caso –casi fantasmal- de un hotel de propiedad de la familia gubernamental donde las habitaciones permanecen desocupadas, pero pagadas. Sin embargo, nada es óbice para que el peronismo siga ocupando la primera fila.
En el Ecuador, al parecer, la estrategia de la revolución es la provocación permanente. Y, aprovechando la multicolor oposición nada la detiene hasta conseguir la reelección indefinida. Los casos de las herencias, plusvalía y el estado de excepción resultaron ser buenos señuelos.
No es posible identificar secuencias históricas fijas, pero en América Latina hay varios casos en que el populismo y el militarismo van de la mano. Perón era un militar, así llegó al poder y fue sostenido hasta que la prodigalidad social no pudo continuar.
Fujimori se amalgamó con los militares, derrotaron a Sendero Luminoso, gobernaron hasta que los de uniforme no resistieron un tercer período. Velasco Ibarra culminó su último mandato como dictador apoyado por las FF.AA.; las cuales, al fin de un carnaval, impidieran que administre el petróleo. Ojalá que con el cambio climático las tiempos hayan variado y ahora se pueda salir de los populistas por los caminos de la democracia.