Aunque los resultados de las elecciones legislativas del pasado domingo no están alejadas de la tendencia que se ha venido manifestando en tiempo reciente, marcan un cambio radical de la política frente a lo que fue en el pasado.
El tradicional bipartidismo e incluso habitual alternancia en el poder entre el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) no va más. La emergencia y consolidación de dos nuevas fuerzas políticas, Podemos (de izquierda populista radical) y Ciudadanos (de centroderecha), configuran un escenario político complicado en términos de estabilidad y gobernabilidad, pero positivo en términos de pluralismo. Obliga a que exista mayor debate para la consecución de acuerdos en torno a leyes y decisiones claves de gobierno.
El PP ha conseguido 123 escaños en el Parlamento, el PSOE 90, Podemos 69 y Ciudadanos 40. Pese a que el PP y el PSOE siguen manteniendo un importante respaldo en las urnas, la votación obtenida por Podemos y Ciudadanos habla mucho del descontento que existe ahora en España frente a los partidos tradicionales. El 41,6% de indecisos antes de las elecciones explica mucho de esta tendencia.
Al igual que en otros países de Europa, hay una creciente desafección de los ciudadanos con la política o, más en concreto, con los partidos políticos. De ahí que en este reciente proceso electoral se haya visto una fuerte tendencia al personalismo y buena parte de la campaña se haya centrado a lo que decían los líderes de los cuatro partidos en disputa: Mariano Rajoy (PP), Pedro Sánchez (PSOE), Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos).
Con la votación del pasado domingo, ya no será posible la conformación de un gobierno con un solo partido. En el caso de España, en donde está vigente un régimen parlamentario, el Presidente del Gobierno es producto de las mayorías que se logren en la Cámara Baja. Y aunque el partido de Mariano Rajoy obtuvo 123 escaños de los 350, estos le son insuficientes para ser reelecto como Jefe de Gobierno. Incluso el apoyo o la abstención de los 40 diputados de Ciudadanos (de la misma tendencia del PP) no le bastan.
La situación se pone complicada debido a que en este escenario de crisis de representación; cada una de las fuerzas políticas va a pelear por mantener su identidad y sus posturas frente al electorado. De ahí que aunque sea lógico pensar en la negociación y búsqueda de acuerdos, las fuerzas de izquierda no van querer alinearse con la derecha, ni las nuevas fuerzas políticas con los partidos tradicionales.
Veamos qué pasa a partir del próximo 13 de enero, día en que sesionará el nuevo Parlamento y el rey Felipe VI, de acuerdo con lo que fija la Constitución, se reunirá con los partidos para designar el candidato con más opciones. Esto dirá mucho del nuevo período político que está por comenzar. ¿Una España de disensos, acuerdos puntuales y crisis continuas de gobernabilidad?