Si las salvaguardias son reconocidas por la Organización Mundial de Comercio, su vigencia concluirá después de un año y en consecuencia el Ecuador deberá tomar decisiones sobre la administración de las divisas escasas.
Para entonces: 1) los precios de ciertos productos habrán subido y sería ilusorio creer que disminuirán, 2) algunos bienes cuya producción disponga de capacidad instalada ociosa se habrán posicionado en el mercado nacional a precios elevados, 3) el egreso de dólares por importaciones habrá disminuido en cierta proporción, 4) el cobro de aranceles altos coadyuvará a la sostenibilidad fiscal, y 5) los consumidores estarán pagando más por los bienes importados y se habrán endeudado a plazos más largos.
Pero el país en un año no habrá podido diversificar su producción ni acelerar su productividad y seguirá dependiendo del petróleo, banano, camarón, productos pesqueros, flores, cacao, café y otros bienes de escaso valor añadido.
Entonces con la economía nacional creciendo alrededor del 2%, la oferta de empleos bajará, se congelarán los salarios y retraerá el consumo de los hogares, lo cual supone una situación difícil mas no una crisis aguda que afecte a la dolarización.
Todo esto ocurrirá si no se hace nada para sobrellevar esta circunstancia complicada.
Si bien las salvaguardias incitan a sustituir importaciones de baja complejidad productiva, también deben servir para incursionar resueltamente en nuevas producciones de calidad, con base en procesos innovadores para no anclarse en el pasado.
Necesitamos, con visión de largo plazo, iniciar ya un desarrollo auténtico, sin mayores subsidios, competitivo en cualquier mercado. Para entonces ojalá los estudiantes becados en el exterior regresen con aptitudes de aplicación inmediata para, con espíritu innovador, agregar valor a nuestra producción con inteligencia nacional. Y quizá la nueva generación de energía hidroeléctrica sea un factor coadyuvante para implantar proyectos de alto consumo energético.
Se opina con facilidad que debemos negociar un tratado de comercio con EE.UU., pero, así quisiéramos, esto no es posible mientras el Congreso de este país no autorice, lo que no ocurrirá si se mantiene la hostilidad manifiesta en las relaciones bilaterales con el Ecuador.
Ahora con el dólar fuerte debemos desviar nuestras importaciones hacia proveedores de los 28 países europeos para aprovechar los bajos precios en euros los que, cuando rija el Tratado Comercial con la Unión Europea, bajarán aún más porque el Ecuador deberá abolir los aranceles en favor de Europa.
Pero también es esencial y prioritario hacer lo necesario para exportar más y mejores productos al resto del mundo, usando como ancla el mercado europeo abierto, las ventas a los países americanos y el mercado nacional.