Luego casi tres años de silencio forzado, el colegio Mejía salió a las calles… más de 70 detenidos del Colegio Montúfar… 20 000 manifestantes se tomaron el Centro Histórico de Quito… otros miles salieron en varias ciudades del país… Más presos, estudiantes y policías heridos.
¿Desestabilización? ¿Restauración conservadora? No. Simplemente la gente cansada de no tener canales de comunicación con sus gobernantes se tomó las calles y plazas para manifestar sus necesidades y demandas. ¿Esta es una experiencia sólo del Ecuador? No, todos los pueblos del orbe en el transcurso de la historia se han tomado el espacio público para hacer escuchar su voz a gobiernos sordos e insensibles, que siempre han visto con miedo el desborde de la masa indignada.
¿Por qué la gente se moviliza si les “hemos dado” carreteras, subsidios, sueldos dignos, libros gratis? ¿Manipulados? ¿Conspiradores? No. La gente es agradecida por las carreteras y los libros que los reciben desde hace años. Pero, el efecto de esos beneficios se esfuma ya que la misma reforma educativa que les da libros les aplasta. Muchos jóvenes, por ejemplo, luego de esforzarse para las múltiples pruebas están angustiados porque no tienen cupos en las universidades, tampoco trabajo, no tienen buena educación técnica, acumulan sueños frustrados, están sin salidas en un sistema que tiene como norte un inalcanzable PhD; y además acusados de tontos por el Estado que les dio una pésima educación y mal vistos por sus familias que los hacen responsables de su fracaso.
Los padres y madres de familia son agradecidos por algunos beneficios de la escuela pública, pero cuando van a matricular a sus hijos, los mandan a kilómetros de distancia de su casa o los reciben en los establecimientos hacinándolos en aulas donde antes estaban 30 alumnos y hoy, como sardinas, ubican a 50. ¿Qué sentirá la profesora parvularia que antes trabajaba con 25 niños y niñas de 3 a 5 años y ahora labora con 40, en horariosvespertinos? ¿Qué piensan los cientos y miles de padres y madres de escuelas comunitarias rurales que están siendo cerradas, y que a sus niños les envían establecimientos lejanos sin el respectivo transporte?
¿Desestabilización? No. El Gobierno no quiere ver o sus ministros no dan toda la información de lo que sucede abajo. En las bases sociales hay inconformidad y bronca que se la ha acallado hasta ahora con un férreo sistema disciplinario.
El Gobierno se acostumbró a manejar el poder desde el éxito, desde la arrogancia. Cuando hay problemas se desespera, crece el pánico; mientras tanto, el miedo se desvanece en el pueblo. Se burla del poder: “Alerta, alerta, alerta que camina, la bandeja de sánduches detrás de la tarima”, decía un tuit este 17S. El Mejía salió. Y Cuando el Mejía sale, la cosa es seria. Pero sin violencia.
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