El ruido ensordece en ciudades latinoamericanas

En 2012, la pérdida de capacidad auditiva en América Latina y el Caribe promedió nueve por ciento, mucho menos que en el área del Sudeste Asiático, con 27%, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En la región, 2,6 millones de menores y 28 millones de adultos padecían esa discapacidad.

El Mapa de Ruido de la Zona Metropolitana del Valle de México, elaborado por el Laboratorio de Análisis y Diseño Acústico de la Universidad Autónoma Metropolitana y la capitalina Secretaría (ministerio) del Medio Ambiente, enseñó que la franja del centro al norte citadino presenta el mayor volumen de ruido.

El proyecto Ruido CDMX, basado en mediciones ciudadanas mediante datos abiertos y nuevas tecnologías, encontró en diciembre del 2016 que el límite permitido de 55 decibeles (dB) se rebasa continuamente en avenidas contiguas a zonas residenciales, con el tráfico como el mayor originador.

“No existen una cultura ciudadana ni una idea gubernamental de que sea un problema grave. No se sabe que el ruido hace mucho daño, no hay estudios sobre sus efectos. Hay, además, una nueva cultura de hacer ruido en lo comercial, lo recreativo”, dijo el coordinador de Laboratorio de Análisis, Fausto Rodríguez. La OMS atribuye al bullicio secuelas como estrés, dolor de cabeza, sordera temporal y permanente, insomnio, irritabilidad, agresividad y neuropatía.

A pesar de sus niveles y estragos, la contaminación sonora es pobre objeto de estudio, lo que constriñe su acotación.

“Es tiempo de renovar el mapa, porque hay más vialidades, más autos. Parece que el ruido no es conscientemente un problema para los ciudadanos, es una normalización de la situación, lo ven como inevitable”, señaló la investigadora Mónica López.

Rodríguez plantea concienciación desde las escuelas sobre el ruido y sus efectos, planes y acciones para mitigarlo, estándares de construcción para aislar bullicio y estudio de impactos.

Suplementos digitales