Qué rápido hemos pasado en las relaciones internacionales entre los Estados, de un sistema bipolar (Unión Soviética- EE.UU.), a un sistema unipolar (EE.UU.) con la caída del muro de Berlín, y ahora a uno multipolar con diversas potencias en competencia que deshacen alianzas, acuerdos tácitos y reconfiguran la geopolítica mundial.
Se reorganiza un sistema internacional, imprevisible, hecho de la franca disputa de poder de potencias que recuerda el período previo a la segunda guerra mundial. Hay nuevas potencias (China, India, Brasil .), otras que emergen y unas que siendo potentes en lo económico no juegan aún su pleno peso en la vida internacional o en las relaciones militares (Alemania, Japón .), es una cuestión de tiempo.
Actualmente predomina la inestabilidad internacional y las agudas redefiniciones, en la que cada cual quiere ganar recursos, espacio, influencia, ventajas diversas. Los bloques de países con el predominio de alguna o de varias potencias se deshacen. Es un mundo de confusión en que predomina más la rivalidad, los conflictos y la confrontación abiertos.
Esto es parte de los cambios actuales y también la tendencia de los sistemas multipolares, con varias potencias relativamente equivalentes. Este contexto en sí conflictivo, puede volverse aún más cercano a posibles conflagraciones mundiales o al menos regionales.
Ya vemos una nueva carrera armamentista. Rusia lo hace aún a riesgo de empeorar su economía, Trump ya anunció que debe renovar misiles y armamento, China continúa ensayando su nuevo armamento sofisticado y su poderoso ejercito. Las otras potencias medias renuevan aviones y armamento de guerra.
Oriente medio, no sólo con Siria e Iraq, sigue siendo un polvorín, aún más con el problema yihadista. La religión, el Islam, incentiva la confrontación, al ser convertida en bandera, causa y sentido de los conflictos diversos que existen porque condiciones socioeconómicas y políticas lo han suscitado, desde el pasado al presente. Nada indica, de la dinámica actual, que el mundo árabe encontrará una vía satisfactoria de desarrollo para compensar contradicciones sociales acumuladas. Aún peor con la caída de su entrada principal que fue el petróleo, y con lo que parece ser un nuevo auge en el apoyo a Israel por el nuevo gobierno de Trump. En 2016, fue claro que en este contexto, Rusia hizo su agosto, fue la ganadora de influencia y lo hace desafiando a EE.UU. y Europa, que retroceden.
¿Van, entonces, las potencias equivalentes en disputa ahora, hacerse un mutuo contrapeso y frenar el uso de armas o, como fue antes, incrementar guerras a través de intermediarios, como acontece en Siria?
Que se logre un sistema de contrapesos es imprevisible, en el inmediato. Es, en cambio, muy posible el incremento de los conflictos armados.