El riesgo de la cleptocracia

El lector sabe lo que es la cleptocracia (del griego clepto, ‘robo’; y cracia, ‘fuerza’, el poder de quienes roban) y que se aplica a quienes se aprovechan del ejercicio del poder para ilícitos contra los recursos del Estado y la Nación y usualmente se sienten protegido por la impunidad.

Contra ese riesgo, el único antídoto efectivo es la transparencia absoluta de los actos del poder. La sola negación –y más grave si a ésta se la acompaña de amenazas de enjuiciamientos- genera el efecto contrario.

El peso de denuncias cuya investigación ha sido de preocupante lentitud en los meses y semanas recientes –el caso de Odebrecht es demostrativo, porque no se avanza en la investigación nacional, a diferencia de lo que sucede en otros países, aun sin “asistencias internacionales”- posiblemente tuvo efecto en la sensible disminución de la votación para el binomio de Lenín Moreno y Jorge Glas, por cuanto bajo este último en los recientes años ha estado el gobierno y control de los negocios del sector energético de petróleo, refinerías y comercialización, y los de inversión en lo eléctrico, los de telecomunicaciones y conectividad y los de las grandes obras de infraestructura.

Que Glas nada tuvo que hacer con los sobreprecios, las extorsiones, los sobornos y las coimas y éstos fueron de quienes estaban bajo él, no le quita –por lo menos – su responsabilidad política.

En alguna declaración, Fabricio, hermano del presidente Correa, ha tachado a los del entorno del Presidente de “boludos”. Me niego a esa caracterización, cuando el propio Fabricio ha relatado como se armaron las propuestas de fraudes contractuales con Odebrecht, para hacer aparecer una falsa rebaja en el contrato Carrizal–Chone y para incrementar el costo estimado de Toachi Pilatón en el 20%, sólo elevando la inversión en algo más del 1%.

El presidente Correa que, en su momento, defendió al ministro Carrión –conocido como el comecheques- , a Pedro Delgado, a Carlos Pareja Yannuzzelli, entre otros, con expresiones de solidaridad frente a quienes los cuestionaron, para sólo recién cuando las evidencias contra ellos eran desbordantes, retirarles su protección, también defiende a Jorge Glas.

La mejor defensa para Glas debió ser la transparencia de su actuación, pero ni ha concurrido a declarar en las investigaciones de la Fiscalía, posiblemente ni siquiera fue convocado para aquello. Los que quisieron protegerlo, aislándolo de la investigación, le hicieron el peor de los favores.

Aun el juicio político pudo haber sido la oportunidad de su mejor defensa.

La pretensión de “una sola vuelta” en la elección presidencial quedó marcada como de poco favor a la transparencia que el Ecuador reclama.

Suplementos digitales