Las airadas protestas de un magnate bananero en contra de las autoridades que le exigen pagar millonarios impuestos atrasados, difícilmente despertarán la simpatía de la opinión pública. La gente disfruta ver a los ricos siendo obligados a pagar cuantiosos impuestos.
Pero eso es solo en el caso de los ricos. En cambio, muchos coincidirán en que las ricas deberían estar exoneradas del pago de todo tributo.
Las ricas aportan a una sociedad lo que en economía se conoce como externalidades positivas. Una externalidad positiva se genera cuando las actividades de un agente económico incrementan el bienestar de otros agentes de la economía. Por ejemplo, si alguien mantiene un jardín hermoso alrededor de su casa, todos sus vecinos se benefician de poder admirarlo a diario. Si en su lugar mantuviera un basurero, los vecinos se perjudicarían con las externalidades negativas que produce la suciedad.
En términos generales, las externalidades negativas deberían ser penalizadas con impuestos, mientras que las externalidades positivas deberían incentivarse con rebajas tributarias e incluso subsidios directos. Por este motivo las ricas no deberían pagar impuestos.
Para entender la manera en que las ricas son fuente de externalidades positivas, basta mirar cómo mis colegas de oficina se lanzan hacia las ventanas cada vez que pasa una por la calle y luego regresan a sus puestos con una sonrisa que les dura toda la mañana. Hoy he tenido que detener dos veces la redacción de este artículo para presenciar tan curioso ritual.
La simple existencia de ricas genera bienestar al resto de la sociedad. Su impacto positivo se incrementa aún más cuando transitan por lugares públicos revelando sus apreciables patrimonios. Me refiero a las lujosas joyas y a las finas prendas que llevan encima, así como a los sofisticados automóviles en que se movilizan.
El establecimiento de exoneraciones tributarias específicas podría incluso atraer a ricas de otras partes , las que al trasladar sus activos al Ecuador, automáticamente harían más agradable la vida cotidiana de un importante segmento de la comunidad local.
Las autoridades tributarias deberían identificar prolijamente a las ricas, para asegurarse de que efectivamente son acreedoras a las exoneraciones fiscales y a los subsidios que con justicia les corresponde. De hecho, la posición de “Autoridad Única” a cargo de identificar y evaluar objetivamente el impacto positivo que cada rica genera al resto de la sociedad, es probablemente la única posición burocrática que algunos ciudadanos que menosprecian al servicio público estarían dispuestos a aceptar.
Pocos tienen aprecio por los ricos y, por ello, los gobiernos buscan asiduamente la manera de cada día imponerles mayores impuestos. Pero las ricas… Las ricas merecen un régimen tributario especial.