Rey del ring

Cuando no sé cómo abordar un tema sobre el que quiero escribir deambulo por mi biblioteca, en busca de ayuda. Es que los libros –al igual que los buenos amigos– te echan una mano siempre que la necesitas.

Repaso las estanterías hasta que encuentro uno que atrapa mi atención. Lo hojeo un rato y encuentro este pasaje: “Cuando más se acerca un peso pesado al campeonato mundial, más normal es que se comporte como si estuviera un poco loco, secretamente loco”.

Es un libro delgado, de apenas 79 páginas, editado por Lumen. La portada lleva una foto de Mohamed Ali vistiendo unos gruesos guantes rojos, esos que todavía tenían pulgares y que, años más tarde, fueron prohibidos porque destruyeron la córnea de demasiados boxeadores.

“Todo buen campeón ha de tener un gran ego, y, debido a que intenta derrotar a un hombre que no conoce demasiado, ha de ser insensible -lo cual es la base del ego-”.

Recuerdo bien cuando pedí a mis padres que me lo compraran. Era la época en que mi obsesión por la vida y la obra de Hemingway hizo que leyera todo lo posible sobre el box e, incluso, que aprendiera a boxear.

“El ego es aquello que nos induce a sentar una afirmación que deba llegar obligatoriamente a una conclusión […] El sujeto ansía siempre formular una afirmación más ambiciosa, mayor”.
Ahora también recuerdo las impresiones que aquel libro me dejó: la de Ali, un bocón incontrolable que ganaba las peleas incluso antes de que empezaran porque sabía cómo herir a sus contendores.

A Joe Frazier, uno de sus grandes –y más nobles– oponentes, le llamó ‘Tío Tom’, es decir un negro al servicio de los blancos, un esclavo, un vendido… Le insultó tan malamente a pesar de que durante sus años de desgracia –cuando a Alí se le impidió pelear por no ir a la guerra de Vietnam– Frazier le apoyó incluso con su propio dinero y no solo con declaraciones generosas ante la prensa.

“Alí formaba un caudal que superaba todas las peñas que representaban un obstáculo, era un ego que fluía como un río de constante energía, alimentado por cientos de ríos tributarios”.
Esta es la gran ilusión del ego y la gran ilusión que mi libro se encarga de destruir. Lo escribió Norman Mailer para narrar la histórica pelea que Joe Frazier y Mohamed Alí tuvieron en 1971. En aquella batalla Alí fue derrotado, por mucho.

Tras ganar, Frazier dijo: “También soy humano, he de vivir un poco. He trabajado sin parar durante diez años muy largos”. Alí no pudo responder directamente porque estaba en el hospital haciéndose revisar si tenía la mandíbula fracturada.
No obstante, hizo que su mensajero dijera: “Esto no puede quedar así”.

Miro la portada y leo lo siguiente: “Rey del ring”. Cierro el libro y lo vuelvo a dejar donde estaba. Un gran libro, sin duda. Como todos los que poseo.

@GFMABest

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