Emimah Njuki / International press service
Si hay un principio político que ha permanecido constante a lo largo de la historia es que la tenencia de la tierra implica poder, lo que es particularmente cierto, y a veces hasta doloroso, para las mujeres de África.
En ese continente, las mujeres tienen muchas más probabilidades de dedicarse a la agricultura que los hombres, y también son las que tienen menos garantías de derechos.
Las investigaciones muestran que los derechos sólidos implican otros beneficios, como mejor nutrición infantil y mayores logros de las niñas en la educación.
Pero a medida que profundizo en el tema, me encuentro con otra constante política, y es que la información es poder. Y una manifestación de la crónica negligencia de mujeres en la agricultura es la falta de datos que las ayudarían contra las dificultades.
Por ejemplo, la Fundación Bill y Melinda Gates lanzó la “Iniciativa de Guardameta”, que realiza un esfuerzo concertado para rastrear el progreso para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas. Al analizar los indicadores de género, que incluyen la proporción de mujeres con derechos a la tierra, me encontré con la frase “datos insuficientes”, ¡en letras mayúsculas rojas!
Sin datos es imposible rastrear los avances ni identificar políticas e intervenciones que apunten a la igualdad de género. Para desarrollar soluciones, ya sea en torno a los derechos a la tierra o a los muchos otros desafíos que deben afrontar mujeres y niñas, necesitamos datos que subrayen los problemas actuales y evalúen su impacto.
Un informe de Data2X, de la Fundación de las Naciones Unidas, señala que cerca de 80% de los países cuentan con datos discriminados por sexo sobre mortalidad, participación en la fuerza laboral y educación y capacitación
La situación hace que se tenga un panorama incompleto de la vida de mujeres y hombres y de las brechas persistentes, lo que limita el desarrollo de políticas y de programas que hagan frente a las desigualdades.