Una vez que el Consejo Nacional Electoral (CNE) ha proclamado oficialmente a Lenín Moreno como nuevo presidente de la República, la expectativa se centra no solo en cómo estará conformado el nuevo gobierno sino en sus prioridades.
Si volvemos la mirada solo por un momento al pasado, concretamente a los 10 años de gestión del presidente Rafael Correa, podríamos afirmar que perdió una oportunidad única de transformar sustancialmente al país. Si se toma en cuenta que Correa, a más de tener un control absoluto del poder, contó con ingentes recursos provenientes de este segundo “Boom petrolero”, el Ecuador tuvo la posibilidad real de encaminarse por la senda del desarrollo, de la unidad, de la transparencia, de la democracia…
Las carreteras, los elefantes blancos, el crecimiento del Estado, la persecución a los medios de comunicación, el control social a base del miedo, el desborde de la corrupción, entre otros aspectos, no son sinónimo de democracia y buena gestión de gobierno. Lo mismo han hecho dictadores y tiranos a lo largo de la historia del Ecuador y de América Latina.
Por ello, Moreno, con la mayoría que cuenta en la Asamblea y el control que va a tener de los otros poderes del Estado (algo que no dejaré de criticar y mencionar hasta el cansancio como muy negativo), tiene ante sí la posibilidad de convertirse en uno de los mejores presidentes que ha tenido el Ecuador desde el retorno a la democracia.
Los primeros pasos que ha dado Moreno han sido acertados. Llamar al diálogo y tender la mano a todos los sectores del país es algo loable. Sin embargo, esto debería estar acompañado de una selección cuidadosa de sus más cercanos colaboradores y de la definición de las prioridades de gobierno.
Como todos sabemos, Correa entrega un país dividido, polarizado y arruinado económicamente. Por otro lado, Lenín Moreno, a más de reactivar la economía y sacarla de la etapa recesiva, tendrá que cumplir con sus ofertas de campaña. Son 32 ofertas que van desde la creación de 250 mil plazas de empleo por año, aumento del Bono de Desarrollo Humano (BDH), 325 mil viviendas, creación de 40 universidades técnicas, hasta reducir el IVA, etc.
A más de ello, hay otros aspectos fundamentales. Algo de esto ya se ha mencionado en estos días de parte de diversos sectores de la sociedad: recuperación del crecimiento económico, apuntalar la dolarización, lograr una sostenibilidad fiscal, generar empleo y buscar mayor competitividad. Sin embargo, yo añadiría algo que se soslayó en estos últimos 10 años: confianza, unidad, transparencia y democracia.
Necesario e imperioso pero complicado si se toma en cuenta el peso que tiene a sus espaldas. En la campaña electoral rehuyó el debate. Se retractó frente a pronunciamientos de Correa. Se quedó solo en promesas demagógicas. Ahora habrá que ver si está dispuesto a asumir los retos que el momento histórico y el país le demandan.
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