Una catástrofe para la izquierda ideológica lo acontecido durante el VIII Congreso del Partido Socialista Frente Amplio que tuvo lugar en Guaranda la semana pasada. Dos facciones que se odian en un Partido Socialista reducido a la mínima expresión. Golpeado por sus coidearios uno de sus líderes más conspicuos el Dr. Enrique Ayala. Ante tales hechos cabe un microensayo como es el que pretendo desarrollar.
El Partido Socialista Ecuatoriano (PSE) nunca llegó al poder. Dadas las condiciones de inequidad y de injusticias sociales aberrantes, era de esperarse que las víctimas pasaran a engrosar las filas del partido que reivindicaba sus derechos conculcados. Lo sorprendente es que tal movilización se produjo entre los intelectuales, la mayor parte de ellos vinculados a los grupos oligárquicos, sin mayor conocimiento de marxismo ni dialécticamente formados como para renegar de sus encumbrados orígenes sociales. Eran los nuevos tiempos, la modernidad en las ideas, ser de izquierda sinónimo de inteligencia, la miopía para los conservadores y liberales. Se volvieron socialistas Carrera Andrade, Escudero, Bonifaz, la crema de la crema digamos.
Es verdad que el PSE se aligeró de dogales cuando parte de sus afiliados formó el Partido Comunista, marxista-leninista, de tanto peso y prestigio como que los Soviets habían llegado al poder en un país enorme, y ni se diga cuando las tropas de Stalin llegaron a Berlín. Pese a todo, para los socialistas latinoamericanos en general nada de obediencias a consignas venidas de la estepa. En apoyo a un pensamiento autárquico las observaciones lúcidas de nuestras realidades en los ensayos de Mariátegui, las interpretaciones de Gonzales Prada y otros textos.
El pensamiento del socialismo no llegó al pueblo, nuestros intelectuales enfriaron los motores, pero sí caló en los estudiantes de provincia que llegaban a la Universidad Central para cumplir también una suerte de conscripción política. Desde cuando el PSE cayó en equívocos monumentales como eso de “Parra-Carrión-Revolución”, a un paso de la Presidencia de la República, sus filas fueron enrareciéndose sacudidas por demagogos, uno de ellos ilustrado como Velasco Ibarra. El golpe de gracia, la irrupción en universidades y el magisterio del MPD. El ilustre Dr. J. I. Lobato, socialista, fue echado por ‘los chinos’ del Rectorado de la Universidad Central con denuestos tales como indio acompañado de todos los calificativos posibles.
Muy compleja la mestiza sociedad ecuatoriana. El discurso socialista tradicional no llevó a convencimientos ni militancia. Lo de Guaranda fue un duchazo de agua helada, como para despertar a un moribundo. En el siglo en el que el poder de los imperios se basa en el conocimiento, se requiere de mentes socialistas ejercitadas en el dolor de pensar.