Imposible quedarme callado ante la carta enviada a este Diario por el Ministerio de Salud Pública (MSP) y publicada el 30 de junio, no por otra razón sino porque “Un tema tan delicado debiera ventilarse para beneficio de la opinión pública y de la salud de la gente”.
En esta columna, en dos artículos, cuestioné la forma cómo se había manejado el programa de control de los desórdenes por deficiencia de yodo (DDY) en los últimos años. El que titulé “Yo acuso” (junio, 26), alarmó y despertó la indignación de quienes dirigen el MSP. La carta en mención fue la respuesta; su objetivo, desinformar a la opinión pública, pues no se puede explicar de otra manera. En quienes la leyeron pudo haberles quedado la impresión de que el programa ecuatoriano de control de los DDY por medio de la sal yodada es de los mejores del mundo. Los promedios anuales (!) de los indicadores que se presentan (yodo en sal a nivel de fábrica y a nivel de consumo, y la excreción de yodo en escolares) no podían ser mejores.
Resulta que la yodación de la sal no es un procedimiento matemático y, por lo tanto, de niveles constantes. Es la razón por la que en los programas se realicen controles periódicos, inclusive semanales en cuanto a determinar los niveles de yodo de los lotes de sal antes de que salgan de la fábrica al mercado. Así y tan solo así las medidas correctivas pueden ser oportunas. De ahí que el Consejo Internacional para el Control de los DDY, adscrito a la Organización Mundial de la Salud, cuando organiza reuniones llamadas a evaluar los programas, solicita de los países que elaboren un informe con datos desagregados (año, mes, localidad, número de muestras, etc.). Tanto en las reuniones de Florianópolis-Brasil, como la de Quito (11-12 de junio), Ecuador no presentó aquellos informes. El funcionario que intervino a nombre del MSP de nuestro país presentó datos que llegaban a junio del 2013, incompletos, acumulados. En la página web del MSP los datos sobre el control de los DDY corresponden al 2012.
Ni mención a intervención alguna ante las numerosas muestras de orina con bajos contenidos de yodo en escolares del Austro y las provincias orientales. El director del programa en la provincia del Azuay renunció el 1 de agosto de 2013 por cuanto no había recibido disposición alguna ante la “falta de yodo en las muestras (de orina) enviadas en meses anteriores”. ¿Qué de extraño resulta que siete legisladores hayan enviado a consideración de la Asamblea Nacional un “Proyecto de Ley de Creación del Instituto Ecuatoriano de Bocio?
No me debo a nadie ni espero nada de nadie. Mi compromiso con mi país. ¿Opiniones sesgadas las mías? Está por verse en un foro independiente en el que intervenga la academia. ¿“Que afectan a la honra de la Ministra”? ¿Se me previene de un juicio penal por un delito de opinión?
rfierro@elcomercio.org